En su última conferencia, Mulino le habló “clarito” a Nestlé: “Si no compran leche nacional, no importan”.
Esto, después de que la empresa anunció la reducción temporal de la producción de leche evaporada, lo que dejó sin salida a más de 320 productores, sobre todo en Azuero y Chiriquí. 35 mil litros diarios de leche. El gobierno busca ubicar eso. Hasta ahí, bien.
Y sí, Nestlé anunció que retomará la compra. Además, el MICI aprovechó la coyuntura para avanzar en la creación de la categoría “Hecho en Panamá” para empujar la producción nacional. Bien por los productores. Bien por los consumidores. Pero eso funcionó esta vez. El bullying estilo Trump no resuelve todos los problemas.
Cada vez que hay un tema caliente, Mulino muestra los dientes. Él pudo haber dicho lo mismo de otra forma: “Reconocemos que Nestlé es un empleador importante. Queremos que a la empresa le vaya bien, que los consumidores coman sano y que los productores vendan lo que producen”. El mensaje llega igual, sin exponer a la empresa privada como enemiga. Necesitamos un presidente que defienda al consumidor siempre, no solo cuando una empresa entra en conflicto con el gobierno.
La línea entre proteger al agro y meterse en decisiones privadas es delgadísima. Es empresa privada, no nos olvidemos. El gobierno puede hablar y buscar acuerdos para que las cosas funcionen, pero intimidar y amenazar no es precisamente un diálogo que propicie inversión.
Mulino también tiró la advertencia sobre los sucedáneos, refiriéndose a ellos como “queso falso y de mentira”. Y pidió al MINSA normar para que los comercios informen qué venden. En eso, tiene razón: transparencia total. Que quede claro si lo que compras es queso de leche o una mezcla de aceites vegetales disfrazada. El consumidor tiene derecho a saber.
Porque un sucedáneo no es malo en sí. Es, literal, un producto que imita a otro en sus propiedades sensoriales y funcionales, pero que se elabora con ingredientes distintos a la leche. Se elige por salud, por precio o por costumbre. Lo importante es que esté bien etiquetado. Que nadie lo venda como queso cuando no lo es. Y que la gente sepa qué puede esperar: porque tampoco es cierto que un sucedáneo te va a dejar hacer el derretido del siglo…
En un mundo ideal todo estaría alineado: el agro vende lo que produce, la empresa usa materia prima local para procesar, y el consumidor compra calidad a buen precio. Pero la realidad es que tenemos un país con productos que suben de precio, con 9% de desempleo y con alta informalidad.
El verdadero punto aquí no es Nestlé. Ni siquiera el estilo del presidente. El verdadero punto es que la gente compra sucedáneo porque no le alcanza para el queso real. Porque la leche es cara. Porque los salarios son bajos. No es solo que al consumidor lo estén engañando con un “queso fake”. Es que muchas familias simplemente no tienen cómo pagar el producto más caro.
Ese es el problema de fondo: comida cara, salarios bajos. Y eso no se resuelve mostrando los dientes en una conferencia de prensa. Se resuelve con reglas claras, con inversión, con empleo digno y con políticas que pongan al consumidor en el centro.
Y presidente, ya que anda bravo con los “quesos falsos”, ¿ya se lo dijo también a Martinelli? ¿O es que él no importa sucedáneos?

