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América Latina: un recurso vital para la sostenibilidad global

América Latina es una región de contrastes: abundancia de recursos naturales, población trabajadora, riqueza cultural y potencial energético. Sin embargo, esa riqueza convive con desigualdades, pobreza persistente, una clase media frágil y obstáculos que frenan el crecimiento económico. Este artículo explora ese doble rostro con datos recientes.

La cara brillante: potencial real y avances concretos

Latinoamérica cuenta con ventajas estratégicas: agua, biodiversidad, energía y capital humano. No obstante, su crecimiento es bajo en comparación con otras regiones. Según el Banco Mundial, la región crecerá apenas 2,1% en 2025 y 2,4% en 2026 —los niveles más bajos del mundo— debido a la escasa inversión, el alto endeudamiento y un entorno incierto.

La CEPAL proyecta cifras similares: 2,2% en 2025 y 2,3% en 2026. En 2024, el crecimiento fue de solo 1,9% por falta de inversión productiva, infraestructura insuficiente e informalidad laboral.

En este contexto, México sobresale. En el segundo trimestre de 2025 alcanzó un récord de inversión extranjera: 34,265 millones de dólares, 10% más que el año anterior y el doble que en 2017. Esta política se reflejó en la reducción de la pobreza: entre 2018 y 2024, 13,4 millones de mexicanos salieron de la pobreza multidimensional y la incidencia bajó del 49,9% al 35,4%. El avance se explica por transferencias sociales, aumento del salario mínimo y un mercado laboral más formal.

La otra cara: desigualdad y pobreza estructural

Aun con progresos, la pobreza sigue siendo alta. En 2023, uno de cada cuatro latinoamericanos vivía con menos de 6,85 dólares diarios (PPA 2017). Según la CEPAL, la pobreza afectó al 27,3% de la población, el nivel más bajo desde 1990, pero con marcadas diferencias: menos del 5% en algunos países y más del 55% en otros.

La desigualdad es igualmente significativa. El 20% más pobre recibe apenas 4,8% del ingreso total, mientras el 20% más rico concentra 50,5%. La brecha de ingresos entre el 10% más rico y el 10% más pobre es de 12 a 1; en la OCDE es de 4 a 1.

La concentración de riqueza también es alarmante. Oxfam calcula que 106 milmillonarios acumulan más de 565,000 millones de dólares, mientras millones viven en pobreza. Esta disparidad erosiona la democracia y limita la capacidad estatal para proveer servicios públicos, agravada por la evasión fiscal y sistemas tributarios regresivos.

Otros problemas estructurales completan el panorama. Solo el 65% de las carreteras están pavimentadas y el 30% de la población carece de internet confiable. Se recomienda elevar la inversión en infraestructura del 3% al 5% del PIB. Además, la región sigue dependiendo de exportaciones de recursos, lo que restringe la transformación productiva.

Propuestas para salir del estancamiento

Para aprovechar sus recursos, América Latina debe replantear sus estrategias. Algunas rutas clave son:

  1. Fortalecer la inversión: aumentar el gasto en infraestructura, asociaciones público-privadas y cobertura digital y vial.

  2. Reforma fiscal progresiva: ampliar la base tributaria, mejorar la eficiencia del sistema impositivo y aplicar impuestos de forma inteligente.

  3. Impulso a empleos de calidad: formalizar la economía, capacitar en tecnologías verdes y proteger los derechos laborales.

  4. Integración regional diversificada: ampliar mercados más allá de Estados Unidos, consolidando acuerdos con Europa, Asia y África.

  5. Desarrollo sostenible e inclusivo: promover sectores verdes y políticas sociales que fortalezcan la resiliencia frente al cambio climático.

Conclusión: una región con promesa y responsabilidades

América Latina tiene condiciones para ser clave en el desarrollo sostenible: recursos, energía, capital humano y biodiversidad. Pero debe enfrentar sus fallas estructurales: pobreza, desigualdad, infraestructura débil, concentración de riqueza e instituciones frágiles.

Los avances de México muestran que es posible reducir la pobreza con políticas bien dirigidas, aumentar la inversión y mejorar ingresos. Sin embargo, se requiere replicar y ampliar estos esfuerzos en toda la región, con reformas fiscales, integración equitativa y un enfoque en infraestructura social.

Si los países latinoamericanos logran combinar estas políticas con planes de largo plazo —reduciendo la dependencia de recursos primarios, fortaleciendo instituciones y promoviendo inclusión— podrán superar los estigmas del subdesarrollo y emerger como un actor dinámico, justo y sostenible en la economía global.

El autor es consultor internacional/Estrategia tributaria y patrimonial.


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