“De la patria seremos antorchas”, insigne lema que rememora los infinitos aportes de esta institución educativa al desarrollo económico, político y social nacional, a través de la pléyade de profesionales en distintas áreas que se incubaron en sus entrañas. Con la llegada del cumpleaños 75, los abelistas asumen con vehemencia la valoración histórica de este hecho.
El Abel Bravo es la construcción material e ideológica más contundente de la provincia de Colón en el plano educativo. Este emblemático plantel, desde su origen como Primer Ciclo Colón (26 de junio de 1942), hasta su traslado a la actual sede (2014), en áreas revertidas (Fuerte Gulick), ha constituido para los colonenses una verdadera “Catedral del Saber” demostrada en la labor y entrega abnegada a la comunidad colonense.
De génesis noblemente democratizadora, surge en la década de 1940, junto a otros de igual envergadura como el Ángel María Herrera de Coclé, formando parte de ese gran proyecto nacional encaminado a dar solución a pueblos que no tenían escuelas públicas. Dicha gestión se atribuye al entonces presidente Enrique A. Jiménez, cuya labor fue crucial para coadyuvar a la democratización de la educación en Panamá.
Conmemorar las bodas de diamantes hace imperativo resaltar que el Abel Bravo es la gran obra educativa en la que se conjugaron integración humana y familiar, mística, alma, espiritualidad y esencia para la sociedad colonense, por tanto, es un coloso de la educación. En cada familia colonense hay por lo menos un abelista o profesional egresado. Familias encontraron su génesis en el Abel Bravo desde el noviazgo colegial.
El estudiantado abelista, a través de su consistente movimiento estudiantil, de presencia local y nacional, aportó grandes destellos al devenir histórico de la patria. Así, hablar de Colón es pensar en el Abel Bravo. Su prestigio nacional ganado con tesón, ante su ardua labor por siete décadas y un lustro, notablemente, le eleva a la estatura del Instituto Nacional (Panamá), el Félix Olivares (Chiriquí), el Rodolfo Chiari (Aguadulce), entre otros.
Nuevas tendencias aparecen con la llegada de un nuevo siglo, sin embargo, para Colón y los colonenses ser abelista siempre ha sido una tendencia. Hoy, a la puerta de sus 75 aniversarios se hace imperioso que sus 2 mil 266 estudiantes, 115 docentes y 45 administrativos logren sostener, junto a sus miles de egresados, esa mística, espiritualidad y prestigio del Colegio Abel Bravo.
Claro está, un verdadero trabajo en equipo: administración, docentes, estudiantes y padres de familia permitirán que “siempre seamos antorchas de la patria”, para que las nuevas generaciones se propongan entrar a la historia escribiendo con brillantes las nuevas páginas doradas. “En los estudiantes del Colegio Abel está el futuro de un mejor Colón”.
En suma, el Colegio Abel Bravo ha de constituir un preciado regalo de Dios, razón por la cual, todos los miembros de la familia abelista (egresados y ciudadanía en general) están cordialmente invitados a participar de las actividades en conmemoración de las Bodas de Diamante.