El arte de birlibirloque es el arte de crear ilusiones, magia, en pocas palabras, el arte del engaño elegante. Si existen seres sobre la tierra maestros en el arte de birlibirloque (a parte de los magos e ilusionistas) son los políticos. El político es experto en crear ilusiones, hace creer a su incauta audiencia que existe una realidad sobre la cual él podrá operar. Mientras que a los magos se les paga por diversión, a los políticos se les paga por realizar actos materiales que terminan siendo ilusiones que se desvanecen en el aire o en el escenario de la corrupción.
Como acto de magia, el ministro de Desarrollo Social ha propuesto la iniciativa legislativa de crear una secretaría nacional para el desarrollo de los afropanameños. Este ministerio ha sido el principal canal del clientelismo institucional, centrando gran parte de su presupuesto en otorgar subsidios, algunos tienen una motivación social aceptable y otros reflejan rendimientos cuestionables. La iniciativa va dirigida a crear la ilusión de apoyo a los afropanameños, quienes constituyen gran parte de la población y en consecuencia, son un grueso caudal de votos. Veamos algunos aspectos derivados de tal iniciativa. Crea, prima facie, la percepción de que a los afropanameños se les limita en alguna forma sus derechos humanos, lo que se traduce en celaje de discriminación. En Panamá no hay tal discriminación. Los afropanameños ocupan importantes puestos públicos y privados. Son y han sido magistrados (as) de la Corte Suprema de Justicia, jueces, decanos, rectores, profesores de universidades y colegios. Son diputados y han sido presidentes y próceres de la república. Muchos ostentan altos grados académicos internacionales, otros son artistas reconocidos local e internacionalmente. Como periodistas, ocupan primeros planos en la radio y televisión nacional; los hay deportistas de perfil mundial; son ingenieros en el Canal, en fin, al igual que el resto de la población están inmersos en todos los niveles de la sociedad.
Un viejo estudio genético indicó que más del 90% de la población panameña tiene genes de la raza negra. Ahora bien, por razones de proporcionalidad se exponen a los males sociales que afectan a toda la sociedad. La falta de educación, la marginación, la delincuencia y un sentimiento de autosegregación parecieran ser estigmas vinculados al tema racial, pero no es así, otros sectores de la población también lo sufren. De la misma forma que un Secundino Torres Gudiño logró su doctorado, están las vías para que cualquier afropanameño logre el éxito. Lo que ha ocurrido es que, gobierno tras gobiernos, esta población ha sido manipulada solo para fines políticos.
La iniciativa parece un mecanismo para crear motivaciones y preferencias electorales, más que de solución social. Urgen son políticas de Estado destinadas al verdadero desarrollo social, no mediante el clientelismo como instrumento de “desarrollo” ni esgrimir una ilusión social, motivando votos de un sector de la población que ha sido utilizado históricamente para fines electorales. No más clientelismo ni populismo. Es hora de dejar de utilizar el arte de birlibirloque para engañar a la población.
