Los retos a los que se enfrentan hoy los periódicos, como cambios tecnológicos, hábitos de lectura, redes sociales y otros, explicados en detalle durante la pasada Asamblea de Accionistas de La Prensa (Corprensa) del lunes 6 de junio, han impactado enormemente las finanzas de la corporación y exigen todo tipo de cambios importantes.
La directiva del periódico explicó varios pasos que están tomando hace años para adaptarse. En todo momento, se enfocaron en temas sobre la operación del negocio, como gastos, costos, ingresos, el paso de suscripciones de impresos a digitales y demás. Sin embargo, el tema del valor de las acciones no fue tocado en ningún momento, a pesar de que desde hace años no se pagan dividendos y de que los accionistas van a una asamblea precisamente para conocer al detalle el valor de ellas, cómo ha cambiado en el tiempo y las proyecciones futuras. En teoría, una asamblea de accionistas es el evento donde los directivos deberían convencer a los accionistas de que mantener las acciones es “buena inversión”, especialmente en momentos tan difíciles para las finanzas de la corporación.
Esta indiferencia ante un dato tan importante como es el valor y comportamiento de una acción, me parece que es el reflejo de un problema bastante específico.
En el momento y circunstancias en que se funda La Prensa, hace décadas, había razones de peso para que su forma accionaria sea como la actual, en que más de 1,500 accionistas transaron de forma privada sus acciones. En aquel entonces esa inversión tenía incluso un componente de “patriotismo”, una forma de apoyar la libertad de expresión tan amenazada en esa época. (Quizá en ese entonces, que “la inversión sea rentable” era un factor secundario para algunos). Esta forma de administrar y transar las acciones tuvo su momento, pero no es las más efectiva para lograr que la información sobre ellas –su valor, su comportamiento, temas sobre dividendos, su oferta y demanda, etc.– sea manejada e informada a los accionistas de hoy, aparte de que no permite su compra y venta de forma libre, rápida y transparente (falta de liquidez).
Las personas compran acciones por diversas razones: algunos para recibir dividendos, otros como simple inversión; con La Prensa, unos por ‘ideales democráticos’; también los que simplemente las han recibido de regalo o herencia.
Las personas compran acciones por diversas razones: algunos para recibir dividendos, otros como simple inversión; con La Prensa, unos por “ideales democráticos”; también los que simplemente las han recibido de regalo o herencia. Pero todos sin excepción necesitan saber su valor y cómo este varía en el mercado. Con el modelo actual, no hay un “mercado” como tal (liquidez). Eso aleja a posibles inversionistas y frustra a los accionistas.
Una entrada a la Bolsa de Valores permitiría la libre compra y venta entre accionistas actuales y el acceso de nuevos accionistas que puedan aportar al negocio recursos y conocimientos. Ante el riesgo de adquisiciones hostiles, existen formas de evitarlas. Pero cotizar en Bolsa se identifica en el mercado como una garantía de transparencia que es reconocida a nivel nacional e internacional por clientes, así como a proveedores e interlocutores financieros. Lleva también a la corporación a presentar información sobre las acciones siguiendo ciertos estándares que son de uso común entre inversionistas de capital, quienes muestran mayor interés en información sobre empresas cotizadas, precisamente lo que se busca al aprobarse en Asamblea la emisión de acciones tipo B hasta por medio millón de dólares.
Al contar con la facilidad de compra y venta de acciones sin la rigidez que existe hoy en poder transaccionar, el dinamismo y liquidez del mercado permitirá una valoración más realista de las acciones; ésta brindará un reflejo directo del resultado de la actividad del negocio y de las expectativas del mercado sobre la corporación. Permitirá a los accionistas tomar decisiones más acordes con su nivel de riesgo de inversión y sobre su interés en mantener su capital invertido en el negocio.
El autor es accionista


