Son tiempos emocionantes para la investigación del Alzheimer. Durante décadas han existido programas de ciencia básica y clínica enfocados en esta enfermedad neurodegenerativa e incurable, pero no se había producido ningún avance que muestre un cambio significativo para detenerla. Hoy estamos viendo la luz al final del túnel.
La enfermedad de Alzheimer es una forma devastadora de demencia que afecta a aproximadamente 1 de cada 9 personas mayores de 65 años de edad. Estudios científicos de las últimas décadas revelan que se debe a la acumulación anormal de proteínas llamadas beta amiloide y tau, las cuales forman depósitos y nudos químicos que alteran la estructura y función del cerebro.
Cabe destacar que el deterioro de la memoria asociado con la edad se considera una parte normal del envejecimiento; pero la pérdida cognitiva y funcional que interrumpe la vida diaria, como en el caso del Alzheimer, no es típico del envejecimiento.
Durante la semana del 17 de julio del 2023 en Ámsterdam, fui participante en la conferencia internacional de la Asociación de Alzheimer (AAIC), donde se reunieron reconocidos profesionales de ciencia básica, investigación clínica y de salud y los cuidados de todo el mundo.
Allí se compartieron descubrimientos de investigación de última generación que conducirán a métodos de detección temprana, prevención, tratamiento y mejoras en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer y otras demencias.
Varias presentaciones en AAIC se enfocaron en intervenciones no farmacológicas, como el ejercicio físico y estimulación cognitiva, para retrasar y/o prevenir el deterioro cognitivo-funcional. Los resultados de estos nuevos estudios respaldan la evidencia de que, entre las estrategias de prevención del Alzheimer, está un enfoque en conductas saludables a lo largo del ciclo de vida.
También se mostró un gran ímpetu en promover una mayor inclusión, diversidad y equidad en la investigación de Alzheimer, a pesar de que los nuevos fármacos para combatir la enfermedad no serán todavía accesibles para la mayoría de los países en un futuro cercano.
En esta ocasión, los informes de resultados de los ensayos clínicos del nuevo fármaco donanemab (Eli Lilly) fueron los más destacados del congreso. Lilly anunció en mayo que los ensayos clínicos de fase 3 de donanemab, un anticuerpo monoclonal, medicamento de acción inmunológica, diseñado para atacar y eliminar las placas de beta amiloide en el cerebro, parecían funcionar. Los anticuerpos monoclonales son fabricados en laboratorio, administrados por vía intravenosa, que atacan la proteína beta amiloide en el cerebro, específicamente la acumulación de placas de amiloide, uno de los primeros indicios de daño cerebral subyacente del Alzheimer temprano. Los resultados completos fueron publicados en la revista científica Journal of the American Medical Association (Sims et al.).
El estudio del nuevo medicamento se realizó en 1,736 personas de 60 a 85 años de edad, con Alzheimer sintomática temprana, en ocho países. Los resultados muestran que el fármaco puede retrasar modestamente el empeoramiento inevitable de personas con Alzheimer. Anteriormente, se había reportado que, entre los participantes del estudio de Alzheimer temprana sintomática con amiloide positivo, el tratamiento con donanemab redujo el deterioro en un 22% y 29% en dos índices cognitivo-funcionales. Casi la mitad de los participantes no tuvo progresión clínica al cabo de un año.
Por último, entre todos los participantes, el nuevo tratamiento redujo las placas cerebrales en un promedio del 84% a los 18 meses, en comparación con una disminución del 1% con el placebo. Para dar una idea, los resultados indican que el fármaco puede enlentecer el deterioro cognitivo-funcional entre cuatro y siete meses, en comparación con un placebo.
En el estudio también se rastrearon los niveles de la otra proteína asociada al Alzheimer, el tau anormal. Niveles más altos de tau indican una enfermedad más avanzada. Un análisis de participantes con bajos o moderados niveles de la tau mostró un mayor beneficio de donanemab en personas menores de 75 años y en un estadio más temprano de la enfermedad. Estos resultados indican que el fármaco funciona mejor en etapas tempranas de la enfermedad, como el deterioro cognitivo leve. Personas con deterioro cognitivo leve pueden ser conscientes de que su memoria o su función mental se ha reducido, y los familiares y amigos cercanos también pueden notar cambios, pero estos cambios no son lo suficientemente graves como para impactar la vida diaria o afectar las actividades habituales.
Eli Lilly ya solicitó la aprobación de la FDA para donanemab en Estados Unidos. Si se aprueba, será el tercer fármaco para combatir la enfermedad de Alzheimer, después de que aducanumab (Biogen) fuera aprobado en el 2021 y lecanumab (Eisai y Biogen) en enero del 2023. Estos anticuerpos monoclonales constituyen una nueva categoría de medicamentos para la enfermedad de Alzheimer que se enfocan en la neuropatología temprana de la enfermedad. Pero estos medicamentos vienen con riesgos: inflamación o sangrado cerebral que en el estudio de Lilly se vinculó con tres muertes. Alrededor de una cuarta parte de los que recibieron donanemab mostró evidencia de inflamación, y alrededor del 20% tuvo microhemorragias.
Si bien estos medicamentos pueden marcar una nueva era en la terapia del Alzheimer, quedan preguntas pendientes importantes sobre qué pacientes deberían tomarlos y cuánto beneficio realmente notarán. Además, el costo anual del medicamento se proyecta por encima de $25,000, lo cual limita su acceso a pacientes y países de escasos recursos.
Las nuevas terapias para reducir la neuropatología de la enfermedad de Alzheimer no deben desviar nuestro enfoque de los aspectos más prácticos e importantes que tienen que ver con la prevención. Mucho está en nuestras manos para evitar el Alzheimer: hay que mantener una vida social, cognitiva y físicamente activa, reducir el estrés crónico, dormir y comer saludablemente, y controlar los factores de riesgo vasculares, como la hipertensión. Estos aspectos preventivos pueden evitar que desarrollemos demencia, aunque tengamos una predisposición genética a ella.
Para Panamá, esto significa que debemos centrarnos en la prevención y promoción de estilos de vida saludable. No lo olvidemos; la prevención es todo. Hagamos del envejecimiento saludable una prioridad nacional.
La autora es investigadora científica en el Centro de Neurociencias del Indicasat AIP e integrante de la fundación Ciencia en Panamá
