Este mes, investigadores de todo el mundo se reunieron en Filadelfia para la AAIC, la Conferencia Internacional de la Asociación de Alzheimer, donde más de 14,000 personas compartieron los más recientes descubrimientos de investigación que conducirán a métodos de detección temprana, prevención, tratamiento y mejoras en el diagnóstico de la enfermedad de alzheimer y otras demencias. Comparto algunos de los avances más destacados del encuentro.
La pérdida de visión no tratada y el colesterol LDL alto se han agregado como dos nuevos factores de riesgo de demencia potencialmente modificables en un informe publicado por la Comisión Lancet. Estas nuevas incorporaciones se suman a otros 12 factores de riesgo descritos por la comisión en informes anteriores sobre prevención, intervención y atención de la demencia. Los otros factores de riesgo son la falta de educación, la hipertensión, la inactividad física, la diabetes, el aislamiento social, el consumo excesivo de alcohol, la contaminación del aire, el tabaquismo, la obesidad, las lesiones cerebrales traumáticas y la depresión.
En cuanto a la prevención, los resultados de estudios de población indican que combinar múltiples conductas saludables, y no solo una, reduce el riesgo de enfermedad de alzheimer. Por ejemplo, los datos recopilados del Proyecto de Salud y Envejecimiento de Chicago (CHAP) y el Proyecto Rush, Memoria y Envejecimiento (MAP), revelaron que los participantes con dos o tres factores de vida saludable tenían un 37% menos de riesgo de alzheimer y en aquellos con cuatro o cinco conductas saludables el riesgo disminuía en un 60%, en comparación con quienes tenían uno o ningún factor de vida saludable. Aunque estos son resultados de estudios observacionales y no permiten evaluar la relación clara entre causa y efecto, son hallazgos que conjuntamente apuntan al mismo resultado: poner en práctica una combinación de factores de salud modificables parece mitigar el riesgo de alzheimer.
En otro estudio destacable, investigadores de la Universidad de Washington y la Universidad de Pennsylvania analizaron los registros de salud de más de 1.2 millones de personas mayores de 60 en el sur de California y observaron la ubicación de su vivienda para determinar su exposición a las partículas finas del humo de los incendios forestales y otras formas de contaminación. El estudio encontró que el riesgo de ser diagnosticado con demencia aumentaba aproximadamente un 21% por cada aumento de 1 microgramo en la concentración de partículas de incendios forestales. Eso se compara con un aumento del riesgo de 3% por cada aumento de 3 microgramos en partículas no relacionadas con incendios forestales. La evidencia es preliminar, pero demuestra que el humo de incendios forestales no solo afecta los pulmones, también puede aumentar el riesgo de demencia y/o exacerbar los riesgos cognitivos y de salud mental que conducen a la demencia.
Entre los avances tecnológicos más destacables, los análisis de sangre para la enfermedad de alzheimer se acercan cada vez más a su uso en los consultorios médicos. Un sinnúmero de investigaciones presentadas en AAIC 2024 sugieren que algunos biomarcadores en sangre, una vez confirmados, pueden mejorar la precisión diagnóstica, acelerar el diagnóstico y tratamiento oportuno, y optimizar el reclutamiento en ensayos clínicos de medicamentos contra el alzheimer. Entre los más prometedores están los análisis de sangre que evalúan la proteína tau fosforilada (p-tau) para identificar cambios en el cerebro relacionados con el alzheimer.
La patología tau, que causa ovillos neurofibrilares intracelulares, es una característica clave del alzheimer. Tau ha ganado protagonismo porque la tau-PET, una tomografía por emisión de positrones realizada en seres vivos, está fuertemente asociada con la función cognitiva y predice el deterioro cognitivo futuro con mayor precisión que técnicas actuales como la beta-amiloide-PET, la resonancia magnética y otros biomarcadores de alzheimer. Sin embargo, los estudios de PET son sumamente costosos, implican exposición a radiación y en la mayoría de entornos son inasequibles.
En los últimos 3 años, las mediciones plasmáticas de tau fosforilada (p-tau) se han convertido en biomarcadores prometedores para la detección de la patología de alzheimer en pacientes vivos. Gracias a los avances en la detección de biomarcadores en sangre, múltiples estudios han demostrado que la p-tau217 en plasma y la tau-PET están fuertemente correlacionadas en pacientes con deterioro cognitivo leve o alzheimer, y manifiestan patrones de asociaciones comparables con marcadores de neurodegeneración en líquido cefalorraquídeo. Estos avances son sumamente relevantes ya que los biomarcadores en sangre constituyen una alternativa menos invasiva y con un alto potencial de impactar el diagnóstico clínico en la atención primaria.
Por último, y no menos importante, la proporción de personas diagnosticadas con demencia y que viven con ella ha disminuido en Estados Unidos y en varios países europeos, según un análisis reciente de estudios realizados entre 1947 y 2015. La reducción en las tasas de demencia probablemente fue el producto de una disminución en las tasas de tabaquismo y un incremento en niveles de educación; sin embargo, la prevalencia de otros factores de riesgo, como la hipertensión, la diabetes y la obesidad, ha aumentado con el tiempo.
Asimismo, implementar políticas públicas de salud que promuevan mejoras en el estilo de vida podría contribuir a reducir la futura incidencia de demencia en países como Panamá, donde la carga de alzheimer y otras demencias sigue en aumento.
La autora es investigadora científica en Neurociencias del INDICASAT AIP e integrante de la Fundación Ciencia en Panamá.
