El 28 de noviembre de 2023 se dio el cierre de la mina de cobre en Panamá. Por esos días, el precio internacional de la libra de cobre estaba en $3.83. El jueves pasado cerró en $5.11, lo que significa que, desde el cierre de la mina, el precio internacional ha aumentado un 33%.
El último año completo de exportaciones de la mina fue 2023, y ese año se exportaron $2,460 millones. Aunque la comparación no es lineal, hipotéticamente hoy podríamos estar obteniendo un 33% más de ingresos.
El cobre es un metal esencial para el mundo moderno. Se utiliza como conductor de electricidad, por ejemplo, en celulares, carros eléctricos, semiconductores y baterías. También se emplea en infraestructura, especialmente en sistemas de energía renovable, como los paneles solares. Y más recientemente, se demanda cada vez más en los centros de datos que impulsan la inteligencia artificial.
El aumento del precio en los últimos años se explica principalmente por la creciente demanda de vehículos eléctricos, energías renovables como la solar y la transición tecnológica. También influye el hecho de que el cobre se negocia en dólares: cuando el dólar se devalúa, el metal se vuelve más barato para quienes compran cobre en otras monedas. Finalmente, todo el ruido geopolítico y comercial —tarifas, tensiones internacionales, guerras— hace que los inversionistas busquen refugio en activos tangibles como el oro, la plata y el cobre.
La contribución económica de la mina ha sido ampliamente publicitada, pero vale la pena repasarla. Esta operación generaba 40 mil empleos directos e indirectos, el 90% de los empleados eran panameños, contaba con 2,500 proveedores locales, realizaba pagos a la Caja de Seguro Social, utilizaba el Canal de Panamá y, además, generaba un importante derrame económico en el país. Aclaro que soy financista y no tengo ninguna relación, ni directa ni indirecta, con la mina.
El cobre es un metal esencial, crítico y altamente demandado, ¡al punto de que naciones se disputan su acceso, y nosotros tenemos mucho! Con los altos precios del cobre, siento que desde que cerró la mina nos hemos quedado fuera de la “fiesta”, pero también siento que aún estamos a tiempo de atrevernos a bailar.
El tema ambiental es delicado; sin embargo, pienso que expertos en este tema pueden asesorar en una solución equilibrada, ya que la mina está habilitada y lista para operar. La pregunta es: ¿qué hacemos?, ¿la cerramos del todo o la abrimos? Creo que la respuesta es más que evidente, sobre todo en estos momentos en que nuestra economía necesita un impulso urgente.
El autor es financista.

