Desde Carlos V, en 1534, Panamá estaba destinado a ser un jugador de clase mundial. Como dijo el Dr. Abdiel Adames (Q.E.P.D.), desde el surgimiento geomorfológico del istmo existía consenso en que la posibilidad de una ruta a través de Panamá era un sueño compartido por muchos, motivado por nuestra estrechez. Ese recorrido dejó paredilla de fusilamiento a los errores franceses, que sirvieron para formarnos y clasificarnos, en 1914, en una liga global de la cual no hemos dejado de participar, agregando valor al mundo y creando condiciones favorables para que Panamá sea un país atractivo, un país donde no importa de dónde vengas: siempre provoca ponerse la camiseta del equipo ganador y competir.
Entre aciertos y desaciertos, la tasa de fallos en nuestro país también ha sido una medida de éxito. Como en la ciencia, por ensayo y error aprendemos, creamos conocimiento y avanzamos. El progreso ha sido siempre nuestro norte. Por eso Panamá ha sido tierra de campeones: béisbol, baloncesto, boxeo, atletismo, natación y, ahora, nuestra clasificación —por segunda ocasión— a la Copa Mundial de la FIFA 2026. Un país con disciplina de equipo, que alcanza metas deportivas, también logra metas de desarrollo cuando todos vestimos y sudamos la misma camiseta.
Hoy, con altas y bajas, la vida nos sonríe e iniciamos un nuevo viaje de prosperidad y justicia social sobre el cual debemos reflexionar. Corremos la suerte del llamado efecto halo: cuando algo nos parece positivo, se crean condiciones favorables para un entorno de crecimiento de impacto nacional.
Más de 8 mil millones en inversiones —reservorio multipropósito en el río Indio, corredor logístico terrestre, gaseoducto interoceánico, nuevas rutas logísticas y portuarias con terminales en el Pacífico y el Atlántico— y otros 4 mil millones adicionales en proyectos como la Línea 3 del Metro y el cuarto puente sobre el Canal. No hablo de Alicia en el país de las maravillas: ante un escenario favorable de inversiones, un país que logra metas deportivas también logra metas de desarrollo, dándonos visibilidad internacional que debemos capitalizar promoviendo estabilidad como valor agregado, para que el éxito deportivo sea reflejo del dinamismo del país. No podemos separar la cualidad de la cantidad.
El efecto multiplicador en el PIB de un monto multimillonario implica que, por cada dólar invertido, el PIB puede aumentar entre 1.5 y 2.5 dólares en un horizonte de uno a tres años, siempre que la ejecución sea eficiente, con un impacto directo en el empleo de cerca de dos puntos porcentuales, posiblemente más de 50 mil empleos directos.
Lo dicho se respalda con datos de recientes estudios (FIFA & OMC, 2024), que muestran que torneos como la Copa Mundial generan miles de millones en PIB y cientos de miles de empleos, reforzando la idea de que el fútbol y la economía están interconectados.
Sacar ventajas para el país trasciende la mirada emocional de la cinta costera llena de basura por tanto celebrar, y requiere un enfoque hecho a lo panameño: no somos la sede, pero somos la sele en la sede, y el impacto reputacional e imagen para Panamá es un activo capitalizable de elevado valor.
Como nuestra selección ha demostrado que Panamá puede llegar al Mundial, nuestros proyectos estratégicos confirman que también jugamos en la liga global del desarrollo. Reservorios, corredores logísticos, puertos, Metro y puente, entre otros, son nuestras jugadas maestras para garantizar agua, movilidad y competitividad. Clasificar al Mundial no es casualidad: es visión, trabajo en equipo y fruto de una estrategia que forjamos vestidos con el uniforme canalero que configuramos día a día con esfuerzo.
Cada inversión es una jugada maestra: el reservorio multipropósito asegura el agua del futuro; el corredor logístico y las terminales portuarias nos posicionan como centro del comercio mundial; y la Línea 3 del Metro, junto al cuarto puente, conectan a nuestra gente.
Felicidades a nuestra sele. Panamá demuestra que aquello que algunos llaman “suerte” siempre encuentra lugar cuando la oportunidad se encuentra con una mente preparada. Sigamos jugando en grande y amemos más a Panamá.
El autor es coordinador de la Memoria Histórica del Canal.

