Se acerca el verano y Cerro Patacón, el vertedero principal de la ciudad de Panamá, ha sido protagonista de incendios recurrentes que no solo contaminan el ambiente, sino que también ponen en grave peligro la salud de miles de personas. Las columnas de humo tóxico cargadas de partículas peligrosas han afectado, de manera directa e indirecta, a la población que vive en áreas circundantes y en sectores tan lejanos como San Miguelito y Arraiján.
Los efectos en la salud: un peligro oculto
Respirar el humo que proviene de los incendios en Patacón es un riesgo serio. Las partículas finas como PM2.5 y PM10, provenientes de la quema de residuos, ingresan a los pulmones y pueden llegar hasta los alvéolos, lo que genera inflamación respiratoria, bronquitis crónica y asma, entre otras enfermedades. En el peor de los casos, las personas pueden desarrollar neumonía química por la exposición prolongada. Según la especialista Ivonne Torres, los gases irritantes como el dióxido de nitrógeno (NO2) y el dióxido de azufre (SO2) empeoran las condiciones respiratorias, afectando especialmente a los más vulnerables, como niños, ancianos y personas con afecciones preexistentes.
Causas y responsabilidad: ¿accidentes o intencionalidad criminal?
Los incendios en Cerro Patacón son recurrentes, y en más de una ocasión, las autoridades han sugerido que muchos de estos fuegos podrían ser provocados de forma intencional. El exministro de Salud, Luis Francisco Sucre, destacó el año pasado que se está investigando si algunos de los recientes incendios fueron actos criminales, ya que atentar contra la salud pública y el medio ambiente es un delito grave. Las investigaciones están en curso, pero la falta de una solución concreta y duradera ha dejado una sensación de frustración en la población afectada.
Acciones de las autoridades: mucho ruido, pocas nueces
A lo largo de los años, las autoridades han reaccionado con medidas de emergencia cada vez que se producen estos incendios. Recientemente, el presidente Laurentino Cortizo estableció una comisión interinstitucional para abordar la situación, pero los resultados han sido insuficientes. A pesar de los esfuerzos por controlar los incendios y mejorar la gestión de residuos, el problema persiste. No solo es una crisis ambiental, sino también una crisis de salud pública sin un final a la vista, que podría convertirse en una demanda colectiva al Estado por parte de los afectados, tal como ocurrió con el dietilenglicol en 2006.
La solución urge, y la responsabilidad es compartida
Si bien el gobierno ha implementado algunas medidas de emergencia, es evidente que la gestión de Cerro Patacón necesita una reforma estructural profunda. No es suficiente con apagar los incendios; se necesita una política integral de residuos que involucre a las empresas y ciudadanos en un manejo adecuado de la basura. Además, deben buscarse alternativas para la disposición de residuos sólidos y una mayor regulación para evitar que continúen estos siniestros, que en muchos casos parecen deliberados.
La realidad para los residentes: un costo inaceptable
Los ciudadanos que viven cerca de Cerro Patacón han tenido que pagar un alto precio por la incompetencia de las autoridades. Las condiciones de vida de quienes residen cerca del vertedero se han deteriorado significativamente debido al aire tóxico que inhalan. Las alergias, el asma, las irritaciones oculares y las afecciones respiratorias graves son solo algunas de las consecuencias para la salud. No podemos seguir normalizando una situación que claramente afecta tanto al medio ambiente como a la vida humana.
“Cerro Patacón no es solo un vertedero en llamas, es una bomba de tiempo tóxica que nos está asfixiando. ¿Cuántas vidas más deben deteriorarse antes de que se tomen medidas reales?”.
La autora es residente en Condado del Rey y abogada.

