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China: desfile de poder en medio de penurias civiles

China: desfile de poder en medio de penurias civiles
Un militar ensaya para el desfile conmemorativo del 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Sino-Japonesa, en Pekín (China). EFE/EPA/ Andrés Martínez Caseres

Este año se cumple el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial. Numerosos países, entre ellos China, han organizado ceremonias conmemorativas para celebrar el histórico triunfo sobre los regímenes fascistas, al tiempo que expresan su compromiso con el mantenimiento de la paz y la construcción conjunta de un futuro próspero para la humanidad.

Algunos países han optado por conmemorar la ocasión con desfiles militares a gran escala. Rusia, por ejemplo, movilizó a 16,000 efectivos para su desfile en la Plaza Roja, mientras que se espera que China despliegue a más de 40,000 participantes. Estos desfiles colosales no solo sirven para demostrar la fuerza nacional, sino que, en la mayoría de los casos, son demostraciones de poder hacia los países vecinos más que eventos festivos.

En el caso de China, cuya economía sigue en descenso, surge la pregunta: ¿es realmente beneficiosa una empresa tan enorme? Este artículo analiza los costos del desfile y las razones detrás de la determinación del gobierno chino de seguir adelante a pesar de todo.

El costo total del desfile militar sigue siendo un misterio

El aspecto más desconcertante de este gran despliegue es su costo. Algunos medios han intentado calcularlo con base en experiencias pasadas. Hace una década, medios de Hong Kong informaron que el desfile del 70.º aniversario del Día de la Victoria costó unos 21,500 millones de yuanes (alrededor de 3,000 millones de dólares). Poco después, el gobierno ordenó el cierre de esa publicación por “violar normas de seguridad nacional”.

En 2019, con motivo del 70.º aniversario de la fundación de la República Popular China, medios extranjeros reportaron que el desfile con 15,000 participantes ascendió a 32,200 millones de yuanes (aproximadamente 4,500 millones de dólares).

Estas cifras solo incluyen gastos directos como personal y combustible. Si movilizar a 15,000 personas en 2019 costó más de 30,000 millones de yuanes, la movilización prevista para 2025 —con más del doble de efectivos— implicará un gasto mucho mayor. A ello se suman las pérdidas económicas derivadas de la paralización de actividades comerciales e industriales mientras Pekín entra en estado de semigobierno militar por razones de seguridad y medioambientales.

Además, las autoridades han impulsado artificialmente un repunte bursátil para acompañar las celebraciones, ignorando la ralentización económica, el alto desempleo juvenil y los impagos de deuda de gobiernos locales. Bloomberg News ha señalado que este auge es anormal, carece de sustento y enfrenta riesgos de colapso.

Perpetuar la ilusión de fortaleza para mantener el poder

¿Por qué, incluso con una economía debilitada, China insiste en organizar desfiles militares y proyectar prosperidad en los mercados? La respuesta puede estar en la lógica de los regímenes autoritarios: fabricar constantemente una ilusión de fuerza para mantener la estabilidad social y legitimar su poder.

El Partido Comunista Chino llegó al poder tras una guerra civil y nunca ha legitimado su gobierno mediante elecciones democráticas. Para mitigar el descontento social, ha dependido de dividendos económicos y de exhibiciones militares que refuercen su control. A medida que la bonanza económica se reduce, el ejército se convierte en la principal garantía del Partido para sostener su dominio. Por ello, insiste en estos desfiles, aun a costa de una enorme carga fiscal.

Impacto a corto plazo en otras naciones

Las acciones de China también repercuten en el exterior. El desfile militar constituye una señal de amenaza para los países vecinos y obliga a desviar recursos de otros proyectos. Iniciativas como la construcción de ferrocarriles o inversiones en infraestructura en América Latina podrían sufrir retrasos o suspensiones por falta de fondos.

Para recuperar capital, el gobierno podría aumentar tarifas en puertos e infraestructuras que controla en el extranjero o intensificar el dumping de productos industriales en mercados externos, trasladando la presión económica al ámbito internacional.

Aunque el objetivo aparente es proyectar fuerza y estabilidad, el resultado es doblemente adverso: acelera el deterioro económico interno y multiplica las repercusiones globales. Por muy deslumbrante que sea el desfile, no puede ocultar el hambre y el frío que padecen los ciudadanos de a pie.

El autor es doctorando en el Instituto de Asuntos Internacionales y Estudios Estratégicos de la Universidad Tamkang (Taiwán).


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