Mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, impulsa una política de aumentos de aranceles para todos los productos foráneos que entren a su país, el gobierno de China gestiona políticas de cooperación económica y de ayuda a muchos países del mundo.
Mientras Estados Unidos todavía piensa en intervenciones militares y amenaza a todos los países que no “obedezcan sus directrices”, China avanza en el mundo con un modelo de acercamiento hacia muchos gobiernos, incluso aquellos que son aliados de Estados Unidos.
La visión anacrónica de Estados Unidos, que poco a poco se ha ido relegando, se debe a que no ha entendido que el mundo actual ya no es unipolar, sino multipolar. Esto ha provocado que regiones enteras miren con mayor confianza la manera en que China desarrolla un nuevo modelo económico que no presiona, sino que busca sumar.
Hoy muchos países de América Latina, como Brasil, El Salvador, Colombia, Venezuela, Nicaragua, México y Perú, por mencionar algunos, han recibido la ayuda de China en la ejecución de varias megaobras, sin estar presionados por deudas ni por ataduras ideológicas, como pretende hacer ver Estados Unidos.
China ya habla de internacionalizar su moneda en un mundo donde el dólar pierde valor y donde la enorme deuda externa de Estados Unidos crece a pasos agigantados, aumentando el riesgo de una gran recesión en el “poderoso país de las barras y las estrellas”.
El pasado 3 de septiembre, China conmemoró el final de la Segunda Guerra Mundial con un desfile militar impresionante en el que se mostraron armamentos de última generación que incluso superan a los de Estados Unidos. Lo curioso es que a dicha conmemoración asistieron varios líderes de países con armamento nuclear, como Vladimir Putin de Rusia y Kim Jong-un de Corea del Norte, además del primer ministro de la India, considerado hasta hace poco un aliado de confianza de Estados Unidos en la región.
La presencia en China de estos países aliados de Estados Unidos obedece, por un lado, a las presiones ejercidas por el gobierno de Trump y, por otro, al grado de desconfianza generado por el intercambio desigual en términos comerciales impulsado por los gobiernos norteamericanos.
Resulta absurdo que el gobierno de Estados Unidos difunda un discurso contra “la nociva influencia del Partido Comunista chino” en varios países, entre ellos Panamá, que ha sido objeto de amenazas de Trump en el sentido de que el “Canal será recuperado” para que no esté bajo la influencia china.
Puede sonar descabellado avivar el fantasma del comunismo en el mundo, pero todo responde a que Estados Unidos se ha visto desplazado como primera potencia mundial. Y como todo imperio en decadencia, pretende recuperar ese lugar a sangre y fuego.
En el discurso del mandatario chino hubo una frase que llamó poderosamente la atención: “El ascenso de China es imparable”. Esta declaración no debe tomarse a la ligera, considerando que ya existe un bloque de poder económico y militar respaldado por Rusia y Corea del Norte.
También sería irracional pensar en una posible tercera guerra mundial provocada por Estados Unidos, porque, como bien dijo el presidente de Rusia, Vladimir Putin, “nadie saldría vencedor en esa guerra”, dada la capacidad de destrucción nuclear de sus adversarios.
Hoy Estados Unidos se encuentra en una gran encrucijada, tomando en cuenta que algunos países europeos no estarían dispuestos a sumarse a otra aventura belicista cuyos saldos han sido, históricamente, enormes resentimientos y aislacionismo. Y eso es, precisamente, lo que cosecha el gobierno de Donald Trump.
El autor es sociólogo.

