Para construir sociedades inclusivas y orientadas al desarrollo, es crucial que las naciones inviertan de manera equitativa y eficiente en la educación y el desarrollo del capital humano. Este enfoque incluye pilares esenciales como la ciencia, la tecnología y la innovación (CTI), áreas fundamentales para garantizar una infraestructura sostenible y escalable.
La educación, entendida como el proceso continuo de enseñanza y aprendizaje a lo largo de la vida, juega un papel clave en la transformación de las sociedades. Según estudios recientes, más del 81% de los docentes reconoce el valor de las herramientas tecnológicas innovadoras en el aula, lo que evidencia la necesidad urgente de una inversión gubernamental amplia y sostenida en este sector para asegurar un futuro más inclusivo y sostenible.
A menudo surge la pregunta de por qué es necesario financiar la investigación científica fundamental, aquella que no persigue fines comerciales inmediatos, sino que nace de la pura curiosidad. En tiempos de incertidumbre económica, algunos argumentan que los recursos públicos deberían enfocarse en resolver problemas inmediatos. Sin embargo, la ciencia básica es el motor de la innovación. Más allá de satisfacer la curiosidad humana y generar conocimiento, esta investigación sienta las bases para resolver problemas prácticos en el futuro y abre las puertas a avances tecnológicos que impulsan la economía y mejoran la calidad de vida.
La historia demuestra que permitir a los investigadores la libertad de explorar ideas creativas sin restricciones ha sido crucial para descubrimientos revolucionarios que han transformado sociedades. La innovación no sigue un camino lineal, pero se basa en la creación de nuevos conocimientos que, eventualmente, se traducen en tecnologías útiles y en soluciones para los desafíos del mundo.
Países como Israel y Corea del Sur encabezan la inversión en investigación y desarrollo (I+D) en proporción a su producto interno bruto (PIB), mientras que Estados Unidos es el mayor inversor en términos absolutos. En contraste, en América Latina y el Caribe, el gasto en I+D es significativamente más bajo, representando solo una pequeña parte del PIB. De acuerdo con la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), el gasto regional en I+D cayó del 0.7% en 2015 al 0.6% en 2021. Dentro de la región, Brasil lidera con el 62% de la inversión total, mientras que Panamá destina alrededor del 0.18% de su PIB, según datos del Banco Mundial.
Este dato pone en evidencia que Panamá aún tiene un largo camino por recorrer en cuanto a inversión en ciencia y tecnología.
En Panamá, la reciente aprobación en primer debate del proyecto de Ley No. 98, que establece una inversión mínima del 1% del PIB en ciencia, tecnología e innovación a partir de 2029, marca un hito en el desarrollo del país. Esta propuesta legislativa busca asegurar una inversión progresiva a partir de 2025, lo que permitirá fortalecer áreas estratégicas a través de la financiación de programas sectoriales de investigación en universidades, ministerios y centros especializados.
El diputado Jorge Bloise, impulsor del proyecto, resaltó que “invertir en investigación científica y tecnológica representa una gran oportunidad para el crecimiento económico y social de Panamá, siguiendo el ejemplo de otros países”.
No siempre es fácil prever qué investigaciones llevarán a grandes avances, pero lo que sí está claro es que el conocimiento científico es una condición esencial para que surjan innovaciones útiles. Las investigaciones de hoy, realizadas en laboratorios y universidades, pueden ser la clave para los descubrimientos que, en el futuro, ofrezcan soluciones a problemas tan complejos como el cambio climático, las enfermedades crónicas o la energía sostenible.
La ciencia debe ocupar un lugar destacado en las políticas públicas de la región. Invertir en investigación y desarrollo no solo fortalece nuestras capacidades para enfrentar los desafíos actuales, sino que también sienta las bases para un futuro más competitivo e innovador.
El autor es miembro de Jóvenes Unidos por la Educación.
