Para orientar el sentido de esta reflexión me refiero a las dos primeras acepciones que brinda la RAE para el concepto colapso, donde aparecen las palabras “destrucción” y “paralización”.
Si bien los colapsos pueden ser de origen natural, como un tsunami o el choque de un asteroide contra un planeta, el que narro a continuación es de fuente humana, o sea con carga de responsabilidad, y lo describo así: imagine el o la lectora un hospital regional ubicado al lado de una autopista de seis carriles; agregue un conjunto de barriadas de regular tamaño, con alguna que va por su quinta etapa de agrandamiento; sume en los alrededores un centro comercial y un supermercado junto a variedad de ventas populares; junte a esto las recién inauguradas instalaciones del Tribunal Electoral local y una Ciudad Judicial en construcción; para terminar, dando nombres propios a dos elementos más—y revelando así el lugar exacto donde todo lo previo se localiza—adicione la Ciudad del Niño y el nuevo Estadio de Béisbol Mariano Rivera.
Todo lo descrito puede ser visualizado, incluso con escala de tiempo, a través de aplicaciones como Google Earth que marca por años el proceso de urbanización del área.
Para aproximarse al conjunto de instalaciones descrito, con dimensiones variables de ocupación de terreno en cada caso, solamente existe un puente de dos carriles para ir y venir de La Chorrera centro, más cuatro accesos de doble carril para ingresar o salir de la autopista.
Esto da por resultante un colapso vial trágico que es creciente en la medida que cada localidad incrementa su volumen de atención pública. Y tiene efectos: lentitud absoluta del tráfico diario y tranques en las horas pico con el consiguiente malestar psicológico de los conductores; atraso en el ingreso de ambulancias al área de emergencias del Hospital Nicolás Solano; y un gasto general de combustible, entre otros males.
Lo más triste es observar el vacío de soluciones próximas para este caso. Ahora bien, como la idea de una crítica constructiva es señalar problemas y a la vez sugerir cómo solventarlos, comparto una sencilla alternativa que seguramente será mejor trabajada por urbanistas o expertos en ingeniería vial, pero que por su simplicidad me parece sumamente plausible.
Así como en años pasados la Ave. Libertador y la Ave. Las Américas cambiaron a carriles de sentido único, con lo que se favoreció la movilización automovilística en el área centro de La Chorrera, así se podría convertir al puente actual que conduce al Hospital Nicolás Solano en una vía única a esa zona, ello agilizaría enormemente el flujo desde La Chorrera centro; al mismo tiempo se podría habilitar un puente, también de sentido único, que pasando sobre –o por debajo de—la autopista a la altura del antiguo peaje, permita salida hacia el centro de La Chorrera; y para concluir, se debería complementar lo previo con otra vía doble, que pasando por detrás de la Ciudad del Niño permita una conexión alternativa con la autopista.
Concluyendo, simplificar las vías existentes y edificar nuevas alternativas viales podría atajar el colapso perfecto; también podría servir como modelo de vialidad donde haya situaciones semejantes. ¿Habrá inteligencia y voluntad administrativa civil y pública para accionar? Había pensado concluir estos pensamientos destacando la responsabilidad de las autoridades públicas del distrito de La Chorrera, sin embargo eludo este discurso y más bien pienso que el auténtico sujeto responsable es la población civil de la zona, que es un ente pensante que sufre de modo diario y directo la situación. Es esta población quien debe madurar su voz ciudadana y apurar soluciones eficientes y efectivas.
El autor es docente universitario.
