¿Qué harías si tu hijo adolescente evita mirarse al espejo, salir en las fotos o ir a la playa? Para muchos padres, el peso no saludable no es solo un número en la balanza: es una preocupación diaria cargada de emociones, dudas y frustración.
La adolescencia es una etapa de cambios intensos, tanto físicos como emocionales, y mantener un peso saludable resulta esencial para el bienestar a corto y largo plazo. Como padres, es importante conocer los diferentes enfoques que pueden ayudar a nuestros hijos a alcanzar un estilo de vida equilibrado y prevenir complicaciones futuras. A continuación, se presentan algunos de los principales métodos de tratamiento que pueden abordarse en el ámbito de la atención primaria.
Cambios en la alimentación: empezar con pasos pequeños
Modificar la dieta es uno de los primeros pasos en el tratamiento del peso no saludable.
Cambios graduales y sostenibles: pequeñas modificaciones en los hábitos alimenticios pueden traducirse en una pérdida de peso modesta pero significativa a corto plazo.
Importancia del seguimiento: es fundamental mantener controles regulares, ya que el apoyo continuo ayuda a consolidar los cambios y prevenir la recuperación del peso.
Dietas muy bajas en calorías: aunque pueden generar una pérdida de peso mayor, este enfoque debe ser supervisado de cerca por profesionales, dado que el riesgo de recuperar peso es elevado sin una orientación adecuada.
Movimiento con propósito: el rol del ejercicio
El ejercicio es clave para mejorar la salud general, especialmente la cardiovascular. Si bien el impacto directo en la pérdida de peso puede ser limitado, la actividad física contribuye a fortalecer el corazón, mejorar la resistencia y favorecer un estado de ánimo positivo. Los resultados son más notables cuando se combina una rutina de ejercicios con cambios en la alimentación, lo que refuerza ambos efectos y promueve hábitos saludables a largo plazo.
Mente sana, cuerpo sano: la importancia del apoyo emocional
El aspecto emocional y psicológico es esencial en el manejo del peso, sobre todo en la adolescencia. La terapia cognitivo-conductual ayuda a identificar y modificar patrones de pensamiento y comportamientos poco saludables relacionados con la alimentación y la imagen corporal. Combinar la terapia con cambios en la dieta y la actividad física puede potenciar los resultados, ya que se aborda el problema desde múltiples frentes. El acompañamiento profesional favorece que el adolescente desarrolle estrategias para lidiar con el estrés y las presiones propias de esta etapa.
Medicamentos para perder peso: ¿cuándo considerarlos?
Para algunos adolescentes, especialmente aquellos con obesidad y que no han respondido adecuadamente a cambios en la dieta y el ejercicio, el tratamiento farmacológico puede ser una opción. Existen fármacos que ayudan a aumentar la pérdida de peso. Aunque deben utilizarse bajo supervisión médica estricta, los nuevos desarrollos en este campo ofrecen esperanzas para tratamientos más efectivos y seguros.
Cirugía: una alternativa extrema y cuidadosamente evaluada
Por último, la cirugía es el enfoque que puede generar la pérdida de peso más significativa y duradera, pero también implica mayores riesgos. Este tipo de intervención se reserva generalmente para adolescentes con obesidad severa, en quienes otros métodos no han dado resultados. Antes de optar por la cirugía, es imprescindible realizar una evaluación completa que incluya aspectos médicos, psicológicos y sociales, asegurando que el adolescente y su familia comprendan tanto los beneficios como los riesgos del procedimiento.
Acompañar a nuestros hijos con empatía, sin culpas y con información confiable, es el primer paso para que recuperen no solo su salud, sino también su autoestima. Cada paso que nuestros hijos den hacia mejores hábitos de alimentación, movimiento y cuidado emocional será una inversión valiosa en su salud y calidad de vida futura.
La autora es pediatra.
