Competencias sociales para la no violencia educativa

En cada etapa escolar, la comunidad educativa deposita la expectativa de que niños y jóvenes muestren un mejor comportamiento. Para alcanzarlo, resulta fundamental trabajar en el desarrollo de competencias sociales y en la promoción de la no violencia educativa.

Existen diversas competencias que favorecen una sana convivencia escolar, entre ellas la conciencia social y emocional, así como la toma de decisiones prudente que conduce a relaciones asertivas con los demás, según nos explica la investigadora Jazmín Andrea Gélvez‑Pabón, en un artículo académico publicado en la edición número 50 de la revista Acción y Reflexión Educativa de la Universidad de Panamá.

De igual manera, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en el documento titulado Aprender y prosperar en entornos seguros: poner fin a la violencia en y a través de la educación (2024), señala que la no violencia educativa impulsa entornos de aprendizaje seguros y promueve la prevención y el tratamiento de la violencia en las escuelas. La Unesco subraya la importancia de estrategias pedagógicas que fomenten el aprendizaje en un ambiente de respeto, sin recurrir a castigos físicos o psicológicos, y que promuevan el bienestar integral de los estudiantes.

Para alcanzar este objetivo, es esencial implementar estrategias concretas como la educación emocional, el aprendizaje cooperativo y la mediación escolar. Estas acciones permiten a los estudiantes desarrollar habilidades de comunicación efectiva, manejo del estrés y resolución pacífica de conflictos.

A lo largo de los años, como especialista en intervención psicosocial, he concluido que la atención a la no violencia debe comenzar en la familia. En nuestro trabajo con personas en riesgo social, vulnerabilidad o en conflicto con la ley, constatamos la importancia de fortalecer el vínculo familiar como base de una convivencia pacífica. No obstante, las escuelas también cumplen un rol crucial, y no debemos desaprovechar su potencial para fomentar la construcción de competencias sociales.

Si bien el mundo necesita individuos capaces y con liderazgo, también es fundamental que sean seguros, equilibrados emocionalmente y con actitudes de convivencia pacífica. Lograrlo exige un esfuerzo conjunto entre docentes, estudiantes y familias. La capacitación continua y el trabajo colaborativo son claves para una educación libre de violencia.

La construcción de competencias sociales no se logra de la noche a la mañana; es una tarea ardua pero alcanzable. Este proceso debe ser constante y sistemático, e integrarse en diversas plataformas como conferencias, charlas, redes sociales, foros y congresos. Además, requiere de la participación de expertos en inadaptación social y reinserción de infractores, así como de profesionales en psicología, sociología, antropología, criminología y otras disciplinas. Se trata de fomentar un diálogo abierto y constructivo entre los actores involucrados, que dote a los estudiantes de herramientas para integrarse de manera saludable en su entorno, promoviendo la inclusión y el respeto mutuo.

En definitiva, todos merecemos vivir en paz. Para ello debemos cultivar una mente ecuánime, capaz de generar confianza y felicidad en nosotros mismos y en quienes nos rodean.

La autora es docente universitaria.


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