En sus Cartas Filosóficas de 1734, Voltaire da una interesante descripción sobre la bolsa de Londres: “Si va a la bolsa de Londres, lugar más respetable que muchas cortes, verá reunirse a los representantes de todas las naciones para prestar un servicio a la humanidad. Allí, el judío, el mahometano y el cristiano se tratan como si pertenecieran a la misma religión... Allí, el presbiteriano confía en el anabaptista, y el anglicano acepta la promesa del cuáquero. Al salir de estas asambleas libres y pacíficas, unos van a la sinagoga, otros a la iglesia para recibir la inspiración divina, otros a la taberna… y todos están contentos”.
Voltaire, al describir lo que veía nos explica cómo el comercio logra que las personas dejen sus preferencias o prejuicios personales para intercambiar bienes y servicios. Cuando las personas, en su gran mayoría, venden sus productos o prestan sus servicios profesionales, no están pensando en los miles de aspectos que lo diferencian de su cliente (religión, estatus social o económico, ideología política, etc.), sino en lo que los acerca: llegar a un acuerdo que los beneficie a ambos.
A medida que el comercio se desenvuelve, este vínculo entre personas se fortalece y las razones de conflicto disminuyen: ¿por qué yo quisiera pelear con alguien que está aportando al crecimiento de mi negocio? Más bien, empiezo a tener mejores razones por las cuales llevar una relación pacífica. Esta relación también puede ser aplicada de forma macro a los países. Existen estudios que correlacionan el libre comercio (que siempre significará mayor comercio y, por ende, más de estas relaciones pacíficas entre países) con la paz. Ningún país quisiera entrar en conflicto con sus mayores socios comerciales… y mientras más socios comerciales los países tengan, menos razones para entrar en conflicto tendrán.
Esto ilustra que existen instituciones con pilares civiles, tal como el libre comercio, que nos encaminan hacia la paz. No obstante, la importancia de estas instituciones en la construcción de la paz ha sido ignorada por mucho tiempo. Desafortunadamente, la paz es un concepto que ha sido secuestrado por la política. Como es muy fácil relacionar las guerras con la política –siendo la política la razón de las mayores guerras y el mayor obstáculo para la paz–, también es fácil hacernos pensar equivocadamente que la política es el (único, tal vez) camino hacia la paz.
Es por esto que el controvertido premio Nobel de la Paz ha galardonado (o ha tenido la intención de galardonar) a políticos que no necesariamente han podido lograr alcanzar una paz duradera. Entre la lista de ganadores se encuentran: Barack Obama, Al Gore, Henry Kissinger y el actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos; y entre los nominados existen personajes incluso más controversiales: Adolf Hitler, Joseph Stalin, Benito Mussolini y Vladimir Putin.
Mientras el concepto de paz siga secuestrado por la política, el Nobel de la Paz no podrá ser relevante para la construcción de un mundo verdaderamente pacífico. Si bien objetivamente nos encontramos en la época más pacífica en la historia de la humanidad, todavía queda mucho por hacer para acabar y evitar el sufrimiento innecesario que causa la guerra y el conflicto armado, y el primer paso será entendiendo qué instituciones verdaderamente promueven la paz.
Para una lectura más extensa sobre las instituciones que promueven la paz, consultar el libro: Peace, Love & Liberty de Students For Liberty, y Atlas Network, editado por el Dr. Tom G. Palmer.
