La presencia de metales pesados como cadmio, cromo y cobre en la placenta de mujeres en la Península de Azuero, Panamá, con la hipótesis de que provienen de fuentes hídricas en zonas de cultivo y agropecuarias, es una preocupación seria. Estos metales pueden acumularse en el medio ambiente y luego ser transferidos a los humanos a través de la cadena alimentaria, incluyendo el consumo de agua, cultivos y productos de origen animal contaminados, como los huevos de tortuga o los pescados en los lagos Gatún y Bayano, según recientes investigaciones en este sentido.
Las fuentes de contaminación de cadmio, cromo, cobre, plomo y mercurio en las zonas de cultivo y agropecuarias, con alta incidencia de crecimiento poblacional desordenado, mala gestión de las aguas residuales y de los desechos sólidos urbanos, con incidencia en las fuentes hídricas son múltiples.
Los fertilizantes fosfatados ampliamente utilizados en la agricultura para mejorar el rendimiento de los cultivos pueden contener cadmio como impureza natural. Con el riego y las lluvias, el cadmio del suelo puede lixiviarse hacia las aguas superficiales y subterráneas. Algunos estudios en la cuenca del río La Villa en Azuero han detectado altos niveles de cromo en fertilizantes fosforados.
Ciertos plaguicidas y fungicidas, especialmente aquellos a base de cobre, son una fuente directa de este metal. El uso excesivo o inadecuado de estos productos puede provocar la escorrentía superficial hacia ríos y quebradas, o su infiltración en el suelo y las aguas subterráneas. Algunos plaguicidas también pueden contener cadmio y cromo como impurezas.
Aunque la Península de Azuero no es una zona minera intensiva reconocida, la presencia de depósitos minerales naturales o actividades mineras históricas, incluso ilegales y a pequeña escala pueden liberar metales pesados al ambiente. El drenaje de aguas residuales de operaciones de minería artesanal puede contaminar las fuentes hídricas cercanas principalmente con mercurio, otro metal pesado altamente tóxico utilizado en la minería ilegal de oro.
Si en la región existen operaciones de reciclaje ilegal de equipos electrónicos, baterías de ácido plomo de autos y camiones, sus vertidos no tratados o mal gestionados pueden ser una fuente significativa de contaminación de metales pesados en las aguas locales.
Las aguas residuales de asentamientos humanos sin sistemas de tratamiento adecuados pueden contener metales pesados de diversas fuentes (por ejemplo, detergentes, productos de limpieza, o incluso pequeñas cantidades de metales de las tuberías). Si estas aguas son vertidas directamente a ríos o quebradas, contribuyen a la contaminación hídrica.
Los vertederos o rellenos sanitarios (formales o informales) al igual que cementerios de personas y animales, pueden lixiviar metales pesados. El lixiviado, un líquido resultante de la descomposición de los residuos puede contener cadmio, cromo, mercurio, cobre y otros contaminantes que, si no se gestionan adecuadamente, pueden filtrarse al suelo y contaminar las aguas subterráneas y superficiales.
El estiércol animal, si bien es un fertilizante natural, puede contener metales pesados si los animales han sido expuestos a ellos a través de su alimentación, vacunas o suplementos. El uso de este estiércol como abono en los campos puede introducir metales pesados en el suelo, que luego pueden lixiviarse a las fuentes hídricas. Además, el pastoreo intensivo puede provocar erosión del suelo, liberando metales naturalmente presentes en las rocas.
En una región con agricultura y ganadería extensiva como Azuero, la erosión del suelo, exacerbada por prácticas agrícolas inadecuadas (como la labranza excesiva o la deforestación), puede transportar partículas de suelo que contienen metales pesados (tanto de origen natural como humano) directamente a los cuerpos de agua durante las lluvias. El uso de ciertos materiales de construcción en infraestructuras agrícolas (por ejemplo, tuberías de aluminio, cobre o aleaciones que contienen cromo o cadmio) o en edificaciones cercanas a las fuentes hídricas puede, con el tiempo, liberar estos metales al agua.
Las emisiones atmosféricas de la quema de combustibles fósiles, la incineración de residuos o incluso el polvo de carreteras pueden contener partículas de metales pesados. Estas partículas pueden viajar largas distancias y depositarse en los suelos y cuerpos de agua a través de la lluvia o los vientos, contaminando indirectamente las fuentes hídricas.
Es importante destacar que la contaminación por metales pesados suele ser un problema de múltiples fuentes, donde la interacción y acumulación de diferentes actividades humanas y factores naturales contribuyen a la carga total en el medio ambiente. Los estudios en la cuenca del río La Villa en Azuero han señalado la acción humana, el uso excesivo de fertilizantes y químicos como principal causa de la presencia de metales pesados en suelos y sedimentos por lo que deben ser controlado por los ministerios encargados de velar por la salud, la agroindustria y el medioambiente, como principio constitucional de un medioambiente sano para todos.
El autor es empresario verde y ecologista.

