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Conversaciones entre EUA y China en Ginebra y Foro China-CELAC

¿Coincidencia o estrategia? Los días 10 y 11 de mayo se llevaron a cabo conversaciones entre Estados Unidos y China en Ginebra, Suiza, para abordar asuntos económicos relacionados con aranceles y comercio global. Al día siguiente, el 12 de mayo, comenzó en Beijing el Foro de Ministros China-CELAC.

Según lo informado sobre la reunión en Ginebra, ambas partes se mostraron complacidas con los resultados: una reducción arancelaria del 145% al 30% por parte de Estados Unidos, y del 125% al 10% por parte de China, durante un período de 90 días. Además, se acordó establecer un mecanismo de consultas económicas y comerciales permanentes, reconociendo que una guerra comercial no tiene ganadores. ¡Amanecerá y veremos!

Es importante destacar que la posición firme adoptada por el presidente Xi Jinping fue favorable: varias de sus demandas fueron aceptadas. Por ejemplo, se suspendió la “tarifa recíproca” de 34% impuesta por Donald Trump, dejándola en 10%, al igual que la aplicada a Inglaterra. China también exigió que se nombrara una figura clave para encabezar las negociaciones, lo que se concretó con el nombramiento de Scott Bessent. Asimismo, se acordó tomar “medidas agresivas” para detener el tráfico de fentanilo, lo que eventualmente podría traducirse en una reducción adicional del 20% en los aranceles.

A diferencia de otros líderes, el presidente Xi se negó a responder llamadas de Trump hasta que se concretaran avances reales y un tono de respeto. En tanto, mientras Trump lanzaba amenazas y medidas punitivas, crecía el nacionalismo en China y el respaldo a Xi. En contraste, en Estados Unidos aumentaban las críticas a Trump por sus desaciertos económicos, lo que alimentaba la división republicana, de cara a las elecciones de medio término que se celebrarán en seis meses, cuando se renovará parte del Congreso.

El lunes 12 de mayo, apenas un día después del diálogo bilateral, comenzó el Foro Ministerial China-CELAC, con participación mayoritaria de los cancilleres de las 33 naciones que la integran, además de varios presidentes como invitados. América Latina ha sido escenario de la pugna entre China y Estados Unidos, y Beijing ha sido calificada por Washington como una “influencia maligna” en la región. Este sentimiento de rechazo a “Gringolandia” podría reflejarse en las deliberaciones del foro.

Estados Unidos ha intentado desacreditar sistemáticamente la influencia china en la región mediante amenazas y desinformación. Entre los casos más notorios se encuentran los intentos por impedir la instalación de tecnología 5G en Costa Rica, la transformación de Puerto Quetzal (Guatemala) en un centro logístico, y el distanciamiento de Perú tras la construcción del megapuerto de Chancay. Esta presión obliga a los países latinoamericanos a tomar partido, aunque potencias como Brasil procuran mantener una autonomía cautelosa, evitando desagradar al que sostiene “el garrote”.

La interferencia llega incluso al respaldo de “candidatos favoritos” en procesos electorales regionales, buscando acaparar la gobernabilidad. En medio del desarrollo del foro, se conoció un anuncio clave: el presidente Gustavo Petro confirmó la adhesión de Colombia a la Ruta de la Seda, al declarar: “Hemos decidido dar un paso profundo entre China y América Latina”. ¡Qué contraste con la actitud de Panamá!

Seguramente, cuando regrese a Colombia, Petro conversará con el recién asilado Ricardo Martinelli sobre cómo en Panamá nos hemos entregado a un servilismo sin firmeza, sin ni siquiera debatir la “orden” de los emisarios de Estados Unidos que exigieron nuestra salida de la Ruta de la Seda. Pareciera que estamos “tan aculillados” que ni siquiera el canciller ni nadie del estamento del Cartel de los Buneau Varilla dijo “ni pío” sobre el foro desarrollándose en Beijing y representándonos el Embajador de Panama, que asistió sin agenda ni misión, solamente para aparecer en la foto del grupo.

Panamá sigue en deterioro, presionado por los conflictos con sindicatos, gremios médicos y docentes, cuyas luchas—según el autor—parecen buscar el colapso del país, destruir la agricultura y limitar el acceso a una educación digna para la juventud. La pregunta que surge es si Panamá mantiene su libre determinación política sin injerencias extranjeras. Una forma de probarlo sería reincorporarnos a la Ruta de la Seda y evaluar la posibilidad de un canal seco en el occidente del país, esencial para nuestro futuro logístico.

Debemos pensar racionalmente y reconocer que Estados Unidos fue introducido por quienes conforman el “Cartel de los Bunau-Varilla”, otorgándole una nueva forma de control sobre una “zona canalera” que pronto será ocupada, como desea el Desquiciado.

El autor es ciudadano.


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