¿Habrá algo que genere más entusiasmo que la experiencia colectiva de estar junto a miles de personas, en un mismo lugar, con un mismo propósito, buscando soluciones a un problema global que amenaza la fibra misma de nuestra convivencia social? “Desarraigar la corrupción y defender los valores democráticos” es el tema transversal sobre el que se desarrolla la Conferencia Internacional Anticorrupción, #IACC2022, esta semana en Washington D.C., organizada por el movimiento Transparency International, auspiciado por el gobierno del presidente Biden.
Inspirador asistir presencialmente, representando al capítulo panameño de Transparencia Internacional, en compañía de miles de activistas, académicos, funcionarios, periodistas, actores del sector público, privado y de la sociedad civil, provenientes de todos los continentes, analizando y proponiendo soluciones al enorme problema que es la corrupción, en todas sus manifestaciones, entendiendo el daño que causa y la amenaza que es para los derechos humanos de nuestros habitantes, la conservación del medio ambiente, el uso de los recursos públicos, la competitividad empresarial y, alarmantemente, el ataque a las instituciones democráticas en todo el mundo.
Queda claro, escuchando a los panelistas del más alto nivel público y privado, que las estructuras democráticas son anatema a la corrupción y a los corruptos. Que así como el autócrata Putin se alió con el cleptócrata Yanukóvich, cuando este controlaba Ucrania hace una década, y decidió invadir el país cuando la democracia se consolidaba, de la misma forma el crimen organizado se alía con políticos corruptos en nuestra región para capturar instituciones y desguazarlas de adentro hacia afuera. Sistemas de justicia, estamentos de seguridad, autoridades aduaneras, habilitadores de flujos ilícitos y blanqueo, se manipulan para garantizar la impunidad de criminales y el paso abierto a rutas de tráfico ilícito que hoy, además de narcóticos, trafican personas y especies protegidas. Esto aparte de los actos de corrupción pública y privada que responden a la mera avaricia y que producen enriquecimiento injustificado y monopolios a favor de unos cuantos y sus círculos de allegados, a costa de los recursos que deben ser usados para los servicios de salud, educación, infraestructuras… ¿Cuántos ejemplos tenemos en Panamá?
La mejor prevención, el más efectivo combate y la denuncia oportuna de la corrupción, en todas sus formas, se dan en sistemas democráticos que garanticen el respeto de los derechos humanos políticos y sociales, elecciones libres generales en condiciones de igualdad, uso de fondos públicos avalado por instituciones de control independientes, libertad de prensa y de acceso a la información pública, verdadera separación de poderes que evite la concentración de fuerza política, sistemas de justicia independientes, cuerpos de orden y seguridad que actúen bajo los precentos de la ley, protejan a la ciudadanía y combatan al crimen. Y para contextualizar, cada una de esas instituciones hoy se encuentran bajo asedio en Panamá. Los corruptos además, han generado una falsa narrativa entre la población: que la democracia no les sirve para mejorar y ejecutar sus proyectos de vida.
Hay esperanza: múltiples actores en Panamá estamos abogando por un sistema democrático que prevenga la corrupción a través de la transparencia de la gestión pública y el castigo efectivo judicial y social. Al igual que otras democracias de la región que han identificado correctamente la corrupción como una amenaza a la seguridad nacional, por ejemplo, Estados Unidos, Costa Rica y Uruguay, es necesario que entendamos en Panamá el impacto en nuestra seguridad y capacidad como país. En la región, ha dado paso al cruce entre la violencia, la corrupción política y el crimen organizado que mata rivales políticos, activistas y periodistas. ¿Y quién defiende a los defensores de los derechos humanos y la democracia cuando las instituciones están capturadas?
Los seres humanos anhelamos la certidumbre y, frente a los complejos paradigmas entrecruzados que la corrupción y la democracia generan hoy, genera una incertidumbre que da paso a la falsa creencia que un sistema autoritario puede darnos “seguridad”. Sin embargo, la incertidumbre es el espacio donde se desarrollan la democracia, la ciencia y la tecnología, y las tres son necesarias en la lucha contra la corrupción desde los hechos verificables y mecanismos de transparencia, como registros de beneficiarios finales, rendición de cuentas de las instituciones, eliminación de las estructuras clientelares y el gasto público discrecional.
Hay mucho por hacer para lograr una democracia fuerte con instituciones que resistan el embate de la corrupción, pero también hay muchas personas en el país queriendo hacerlo. Aprendamos de las experiencias de éxito y fracaso globales. Las más de 70 sesiones de la conferencia están disponibles gratuitamente en línea mediante registro en iaccseries.org.
Y no se me ha olvidado que hoy es el día de la madre. ¿Habría acaso un mejor regalo para las mamás del país que un sistema de salud y de educación de calidad, por ejemplo, sustentado por esos recursos que hoy perdemos a la corrupción?
La autora es escritora y abogada.

