En la dinámica economía actual, donde la movilidad del capital y las inversiones transfronterizas son comunes, la competencia fiscal entre naciones ha cobrado protagonismo. Dos conceptos están en el foco: los créditos fiscales calificados reembolsables (QRTC, por sus siglas en inglés) y el impuesto mínimo global (IMG). Las recientes decisiones y anuncios de países, cuya economía se orienta en la prestación de servicios, como lo son Singapur y Suiza, merecen un análisis profundo para entender las implicaciones de estas políticas.
Los QRTC son una herramienta eficaz utilizada por los gobiernos para atraer inversiones. Estos créditos permiten a las empresas que invierten en una determinada jurisdicción recibir un reembolso parcial o total de sus impuestos pagados, incentivando la actividad económica y la creación de empleo.
Singapur ha sido pionero en el uso de estos incentivos fiscales. Su estrategia se ha centrado en promover sectores de alta tecnología y biomedicina, donde los créditos fiscales atraen a empresas multinacionales. La política de Singapur ha resultado exitosa; el país ha experimentado un aumento significativo en la inversión extranjera directa (IED), impulsando su crecimiento económico y posicionándolo como un centro de innovación tecnológica en Asia.
Suiza, conocida por su neutralidad fiscal y estabilidad económica, también ha adoptado programas similares. Las zonas dedicadas a la investigación y desarrollo (I+D) en Suiza han recibido créditos fiscales significativos, atrayendo a gigantes farmacéuticos y tecnológicos. La ventaja competitiva de Suiza en la industria de precisión y biotecnología se ha visto reforzada por estos incentivos.
La implementación del IMG ha añadido complejidad a la competencia fiscal mundial. Este impuesto, que busca establecer una tasa mínima efectiva para las grandes corporaciones, tiene como objetivo evitar la “carrera hacia el fondo”, donde los países reducen sus impuestos corporativos para atraer inversiones.
El desafío es claro: los QRTC deben ser diseñados dentro del marco del IMG. Si una jurisdicción ofrece un crédito fiscal que reduce la carga impositiva de una empresa por debajo del umbral del IMG, podría enfrentar ajustes fiscales en otras jurisdicciones donde dicha empresa o grupo tiene su casa matriz.
Singapur ha sido proactivo en este aspecto, anunciando que ajustará su sistema de créditos fiscales para alinearse con el IMG. La estrategia incluye ofrecer incentivos que no afecten la base impositiva global mínima, pero que aún promuevan la inversión en sectores estratégicos. Esto incluye incentivos no monetarios y apoyos directos en forma de subvenciones para I+D y desarrollo tecnológico.
Suiza también está reevaluando sus incentivos fiscales. El gobierno suizo ha manifestado su compromiso de adherirse a las nuevas reglas globales, manteniendo su foco en crear un entorno atractivo para las empresas de alta tecnología y biomedicina.
Los QRTC seguirán siendo una herramienta crucial para fomentar la inversión. Sin embargo, en un mundo donde el IMG es una realidad inminente, los países deben ser creativos y estratégicos en la estructuración de estos incentivos y Panamá no escapa de ello.
Esta semana comenzó un nuevo período de gobierno y considerar la implementación del impuesto mínimo global puede ser la génesis de la llegada de nuevas inversiones al país, así como retener la existente, y, a la vez, para conseguir emisiones de bonos que vayan en línea con los QRTC; situación esta que permitiría la colocación de bonos panameños sobre los cuales un porcentaje de estos se podría considerar como crédito fiscal. Es una situación de ganar-ganar para Panamá, ya que la emisión de bonos se usaría para financiar proyectos de educación, centros de ciencia y tecnología o planes orientados al medio ambiente o la sostenibilidad y las empresas multinacionales que operan en el país tendrían un incentivo real y efectivo para navegar en las nuevas aguas tributarias que supone la aplicación del IMG.
Singapur y Suiza han demostrado que es posible ajustar sus políticas fiscales para seguir siendo competitivos, sin comprometer la base impositiva global. Las lecciones de estas naciones podrían guiar a países como Panamá, que buscan equilibrar el fomento de inversiones extranjeras con el cumplimiento de las nuevas normativas fiscales globales. El reto es significativo, pero también lo son las oportunidades. En última instancia, el objetivo debería ser lograr un equilibrio donde Panamá pueda atraer inversión extranjera sin erosionar la base fiscal global, y donde las empresas puedan operar de manera efectiva y justa en una economía global interconectada.
El autor es consultor tributario y country managing partner de EY.

