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Cría cuervos…

Para nadie es sorpresa que nuestro país se encuentre pasando por una situación difícil en lo que respecta a educación, valores, y ciudadanía.

El mal llamado “juega vivo”, el “¿qué hay pa’ mí?”, la falta educación y de valores, o quizá mejor decir, el enaltecimiento de los valores equivocados, son el común denominador de nuestra sociedad.

Con unos órganos del estado altamente cuestionados en sus actuaciones, donde impera el nepotismo, el despilfarro de los recursos estatales y la falta de transparencia, de rendición de cuentas y de justicia, por contubernio o acuerdos y alianzas para fines censurables entre las partes, el futuro de nuestro país es preocupante.

¿Cómo llegamos a esta situación?

Podría empezar por presentar sugerencias y nombrar algunos, pero luego de mucho pensarlo, prefiero centrarme en un sector de la población que es para mí, de manera clara, culpable de lo anteriormente mencionado, ya sea por acción o por omisión.

Me refiero a “los poco me importa, mientras yo esté bien y pueda hacer negocio” del país, a los que identificaré como personas que tienen un alto nivel de educación formal, impacto e influencia. Que poseen una situación económica holgada, que tienen sus negocios ya en segunda y tercera generación, y que forman parte de asociaciones privadas, clubes, importantes gremios empresariales, organizaciones filantrópicas, sociales y culturales, entre otros.

Esos que piensan que involucrarse en política es ayudar a llegar a los que están corriendo para un puesto de elección popular, bajo la ilusión que ellos los controlarán y que éstos los favorecerán, con acciones que de alguna forma contribuirán en proteger y acrecentar su patrimonio y negocios. Que no solo le dan a uno, sino a todos. Que no contribuyen por convicción o por programas e ideales, sino por intereses y, en su mayoría, de índole económica.

Con sus acciones, han sido los causantes que hayan existido y existan personas en los órganos del Estado de poca solvencia moral, limitada educación, faltos de principios, de ética y civismo. Crearon su Frankenstein y este se les salió de las manos.

Como ejemplo, el Órgano Legislativo que hace gala de la chabacanería y de la falta de educación y de principio alguno, salvo el de procurar mayores prebendas y beneficios para sí, viendo como blindan su curul y se perpetúan en el poder. Chantajean al órgano ejecutivo y se burlan del órgano judicial, con el que, en solapada alianza, se libran de rendir cuentas y de salvaguardar a sus compinches y secuaces.

Con una Contraloría desactivada, hacen y deshacen a su antojo. Incrementan su presupuesto operativo para contratar personal en exceso y usar los recursos del Estado como si de su finca privada se tratara. Personas que no pueden de forma clara y precisa explicar el incremento desmesurado de su situación patrimonial y que dicen ser “empresarios” exitosos, sin revelar la “fórmula” que los llevó de una situación económica precaria a una riqueza significativa en pocos años, en los que supuestamente estaban dedicados a la patria. Los que han tenido que recurrir a una ley para que se les tenga que llamar “honorables” cuando claramente se cuestiona si lo son.

En la historia reciente hay muchos casos de países que han caído en manos de gobiernos populistas y dictatoriales al implosionar el sistema democrático, producto de la podredumbre y corrupción rampante, que gestó un “cambio”, por parte de un pueblo manipulable e ignorante, pero que vota. Y el remedio fue peor que la enfermedad.

He oído a miembros de ese grupo de “los poco me importa, mientras yo esté bien y pueda hacer negocio” de esos países, que tuvieron que emigrar, lamentarse y reconocer su participación en la debacle que sucedió en su país por actuar de forma egoísta, anteponiendo sus intereses, sin importar los del país, pensando que estaban protegidos y aislados de caer en desgracia. Ese sentimiento expresado en que “eso no va a pasar aquí”, en que “este pueblo no es comunista” y la falsa premisa de que “los gringos no van a dejar caer este país”, que les explotó en la cara. Se tuvieron que ir y perdieron hacha, calabaza y miel.

Cuántos de ellos se arrepienten de no haber actuado de forma consecuente con el civismo y los mejores intereses de la patria, apoyando a gente recta y comprometida con el país, pero sí haberlo hecho por advenedizos, soeces y vulgares, a los que pretendían controlar y se les fueron de las manos.

Se avecina una contienda electoral y ya se agitan las gestas electorales y electoreras, de intrigas y maniobras, para ganar.

Mi llamado a esos “los poco me importa, mientras yo esté bien y pueda hacer negocio” a no continuar con las malsanas prácticas de financiar “personas de dudosa reputación” y a que antepongan el bienestar del país al suyo, teniendo en cuenta que, si al país le va bien, a todos nos va bien. A no precipitar la caída de nuestro sistema democrático y ciertamente imperfecto, por personajes con “cantos de sirena” que ofrecen ser la panacea y la solución, cuando todos sabemos que este país solo saldrá airoso y adelante con la participación de todos, actuando de forma honrada, independiente y comprometida. Cuidado, porque se cumple lo que dice el adagio ese de “cría cuervos y te sacaran los ojos”.

El autor es ciudadano



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