CICLOS HISTÓRICOS

La crisis de la globalización y las rupturas del orden político

Somos partidarios de los ciclos largos de Kondratriev, los que no solo describen las regularidades de la evolución económica del capitalismo, también señalan las consecuencias políticas que dicha evolución genera. La frase de que “la política es la expresión concentrada de la economía” es una verdad, justa y cierta.

Desde 1997, con la crisis asiática, seguida por el pinchazo de la bolsa del Nasdaq en el año 2000, y posteriormente, el estallido de la crisis financiera de 2008, la economía mundial registra una evolución descendente, que no ha sido resuelta y que amenaza con prolongarse de manera atípica.

La gran depresión de 1929, que inicia la fase descendente del tercer ciclo largo (1896-1946), tuvo consecuencias económicas y políticas sobre todo el mundo. La quiebra de cerca de 4 mil bancos en Estados Unidos (EU) hundió el sistema bancario alemán, pues los bancos estadounidenses eran prestamistas netos de la banca alemana y, al quedar esta sin su fuente de fondeo, Alemania se hundió en una profunda depresión económica que fue uno de los factores que dio paso al ascenso de Adolfo Hitler como canciller, abriendo camino a la Segunda Guerra Mundial.

La fase descendente del segundo ciclo largo (1848-1896), que se inicia con la crisis financiera de 1873, crea las condiciones para la irrupción de EU, Alemania y Japón como grandes potencias, desplazando el papel dominante que tenían Francia e Inglaterra.

Si hacemos una analogía histórica, mientras que el eje euro-estadounidense registra una profunda crisis y, por ende, su declinación geopolítica, el bloque euro-asiático, integrado por la Organización de Cooperación de Shanghái (China, Rusia, India, Pakistán, Irán, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán) está en pleno desarrollo.

Es decir, el polo del poder mundial se está desplazando del Occidente al Oriente, o sea, del Atlántico al Pacífico. Esta posibilidad ya había sido señalada por Elliot Richardson, ya desaparecido, exsecretario de Comercio de EU durante el periodo de Jimmy Carter.

La denominada globalización, que no es más que la profundización de los flujos internacionales de capital, tanto de cartera como de inversión directa, es uno de los factores de la crisis actual. Esta ha generado el empobrecimiento de vastos sectores de las sociedades más industrializadas, lo que ha dado origen a los movimientos y organizaciones antiglobalistas. En un principio estas tendencias eran predominantemente de las izquierdas. Pero la globalización, al reducir el papel de los Estados en la economía, eliminar conquistas laborales y sociales, deteriorar las condiciones de trabajo, deslocalizar industrias hacia el exterior, concentrando el ingreso en el 1% de la población y promoviendo la libre circulación de mano de obra, legal o ilegalmente, provoca el resurgimiento del nacionalismo conservador y de la extrema derecha en sus más diversas expresiones y en cada país tiene sus características particulares.

La diferencia de estos movimientos nacionalistas actuales con la década de 1930 es que mientras en ese entonces se manifestaban a través de las hordas de las camisas negras, en Italia, o en las virulentas irrupciones represivas de las bandas de asalto (SA) de Rohm contra los comunistas, socialistas, liberales y toda oposición en Alemania, los ultranacionalistas de nuestra época se visten de saco y corbata y muestran una conducta civilizada, sobre todo en Europa.

Los fenómenos políticos que se están dando en el mundo de hoy pueden también ser comprendidos por las teorías del economista y antropólogo húngaro Karl Polanyi (1886-1964), en su obra La gran transformación. Polanyi plantea que la economía de mercado concibió la utopía liberal que se centra en la mercantilización de todas las relaciones sociales, subordinando la sociedad y el Estado a la lógica de la acumulación del capital, mercantilizando tres cosas que no lo eran: el trabajo, el dinero y la naturaleza.

La globalización es la manifestación contemporánea de las políticas radicales pro mercado, tal como se dio en el siglo XIX, y por los enormes sufrimientos sociales que causa, genera una insurrección nacional popular de los plebeyos, que se expresa ya sea por la vía de corrientes revolucionarias socialistas y comunistas o, en su defecto, por movimientos de masas nacionalistas conservadores e incluso fascistas.

El denominado fenómeno Trump, minusvalorado y envilecido por los medios de comunicación, es una manifestación de un ciclo político denominado el momento Polanyi, y que coincide plenamente con las previsiones políticas de la onda B descendente de los ciclos de Kondratiev e incluso con la concepción de las revoluciones pasivas de Antonio Gramsci.

En este momento histórico los ciudadanos le exigen a sus Estados protección social, trabajos dignos, que posibiliten una vida decorosa; reivindicaciones que la globalización en su lógica mercantil les niega. Esto da paso a convulsiones y radicales rupturas del orden político que ha empezado en Estados Unidos con la elección de Donald Trump.


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