El daño causado no solo a la juventud, sino al futuro de Panamá, por personas sin vocación para la enseñanza y sin una cultura adecuada para transmitir valores ciudadanos, es profundo. Sus aptitudes distan mucho de las necesarias para ser buenos educadores.
Comparemos con países donde la educación enfatiza la disciplina, el respeto a la autoridad y la rigurosidad académica. Nos referimos a China, que cuenta con más de 260 millones de estudiantes y una estructura educativa similar a la de Panamá: preescolar, primaria de seis años y secundaria dividida en primer y segundo ciclo, siendo los primeros nueve años obligatorios. La tasa de asistencia en este tramo es del 99%, lo que contribuye a un índice de alfabetización del 97% y a resultados sobresalientes en las pruebas internacionales PISA, donde China ocupa el primer puesto.
La jornada escolar inicia a las 7:30 a.m. y finaliza a las 3:30 p.m. Las clases de refuerzo o aprendizaje adicional empiezan a las 5:00 p.m., de modo que los estudiantes estudian un promedio de 10 horas diarias.
Aunque la educación preescolar no es obligatoria, está dirigida a niños de 3 a 6 años y busca el desarrollo integral a través del fortalecimiento de habilidades básicas, sociales y emocionales. Muchos ingresan a primaria sabiendo leer, escribir y con conocimientos básicos de matemáticas.
La educación primaria (6 a 12 años) incluye materias fundamentales como matemáticas, ciencias, educación física, música, arte e inglés, que es obligatorio en muchas escuelas. En esta etapa se refuerzan valores como la disciplina, el respeto a la autoridad y el cumplimiento de normas. La puntualidad, la atención en clases y la realización de tareas se promueven de forma constante.
En el primer ciclo de secundaria (12 a 15 años) se profundiza en las materias básicas y se permite al estudiante explorar asignaturas de interés. En el segundo ciclo (15 a 18 años), el sistema se divide en dos modalidades: académica, orientada a la universidad, y profesional, enfocada en formación técnica. Actualmente, hay alrededor de 50 millones de jóvenes matriculados en educación superior, lo que representa más del 60% de cobertura, con egresados que pronto se incorporan a la vida laboral.
Para ingresar a instituciones de educación superior, los estudiantes deben presentar el Gaokao, un examen nacional que se rinde al finalizar la secundaria y define el ingreso a universidades. Los cupos se asignan según el puntaje y las preferencias del estudiante. Las universidades más prestigiosas y las carreras más demandadas exigen los puntajes más altos, que influyen directamente en las oportunidades laborales.
El éxito de la formación estudiantil depende de la calidad y la dedicación del cuerpo docente. China cuenta con más de 20 millones de profesores de tiempo completo, capacitados tanto en docencia como en sus respectivas disciplinas. Profesores extranjeros también enseñan idiomas, incluyendo el inglés.
China es el segundo país del mundo que más invierte en educación. Garantiza la gratuidad de la educación primaria y secundaria, y otorga préstamos y becas para los estudiantes que los requieren. También invierte en infraestructura educativa, como laboratorios, bibliotecas y tecnología. El gobierno asegura que el sistema educativo responda a las necesidades del país, formando ciudadanos que contribuyan al desarrollo social y económico.
A partir del 1 de septiembre de 2025, China implementará la enseñanza obligatoria de inteligencia artificial para todos los estudiantes entre 6 y 15 años, quienes recibirán nueve años de formación avanzada en IA, como parte de una estrategia nacional para asegurar el liderazgo global en tecnología y educación digital.
Qué desgracia la de Panamá, que ni siquiera tiene los cimientos para construir una educación digna. La base de ciudadanos analfabetas o sin niveles educativos mínimos para contribuir al país, sumada a docentes sin vocación ni talento, compromete el futuro de la juventud. Un gobierno sin políticas educativas claras y una Asamblea Nacional más interesada en recortar el presupuesto del sector para atender intereses personales, nos deja a dos generaciones de distancia de un verdadero cambio.
El autor es ciudadano.
