La educación en Panamá, hoy en día, se ha convertido en un tema silenciado. Ya no se escucha hablar de ella en nuestro país, aunque la realidad en las escuelas públicas es evidente: salones con 35 o 40 estudiantes. A pesar de esta situación, el docente trata de cumplir con el objetivo de educar; sin embargo, las malas prácticas y la politización han llevado a que Panamá enfrente un vacío en la educación.
En contraste, algunas escuelas particulares han sabido mantener el rol de la educación. Hace unos meses, por ejemplo, un estudiante ganó un concurso de cálculo mental en Camboya, lo cual demuestra que Panamá tiene potencial. Sin embargo, en periodos anteriores se decía que éramos la “estrella” de la educación, pero nunca se vio brillar. En la actualidad seguimos con escuelas improvisadas, alquileres de establecimientos para dar clases, lo cual eleva el alto costo para el gobierno. Esta serie de situaciones afecta directamente a los estudiantes. Por otro lado, carecemos de jóvenes y adolescentes con la capacidad de resolver o interpretar de manera lógica y analítica.
Hoy no contamos con estudiantes que egresen de secundaria hacia la universidad alcanzando puntajes sobresalientes en las pruebas de admisión. Esto ha traído un gran problema, ya que las universidades se han visto obligadas a realizar adecuaciones en dichas pruebas. Es motivo de gran preocupación, pues se han tenido que modificar los exámenes de ingreso al no cumplir los jóvenes con los requisitos mínimos.
Estas deficiencias impactan en otros ámbitos de la sociedad: el incremento del índice delictivo, la corrupción a gran escala, el desempleo en aumento, los hogares disfuncionales que no escapan de nuestra realidad y la desmotivación de los estudiantes. Muchos expresan: “¿Para qué voy a estudiar, si en el gobierno nombran a cualquiera sin título?” o “¿Para qué prepararme, si los puestos se asignan al hijo o al amigo de alguien influyente?”.
Estos problemas nos obligan a reflexionar. Como ciudadanos, debemos buscar soluciones que impulsen a nuestro país hacia adelante. La educación necesita con urgencia una reforma profunda para superar el vacío en el que se encuentra.
¡Viva Panamá!
El autor es docente.

