La vida, el desarrollo de un país y una enemistad.
Nos encontramos en una evolución social, enmarcada en la diferencia, y digo diferencia porque hemos llegado a un punto de luchas unos con otros, sin querer aceptar, que en efecto un grupo mayor o menor, tiene la razón, por el solo hecho de haber creado una mentalidad indomable.
Es cierto que en un país democrático lo principal es la expresión y junto a ello las luchas en contra de las disconformidades políticas, sociales y legales, pero pregunto ¿Contra qué luchamos?, analizando esta interrogante, considero que la lucha en contra de lo indefendible, un ejemplo, aquellos grupos que intervienen en la aceptación del contrato ley de Minera Panamá, por qué deben enlazar las regalías o ganancias de ese contrato con ese aumento salarial que esperan los jubilados, trastocando de igual manera el Programa de Vejez, Invalidez y Muerte (IVM), observemos que por un lado se inclina a la espera de las personas de tercera edad que han cumplido con su trabajo y han decidido retirarse a sus hogares recibiendo una jubilación de poco dinero, llenos de esperanza para que un aumento salarial toque sus bolsillos, y por otro lado a nosotros los jóvenes que mantenemos una zozobra en lo que respecta con nuestra jubilación, esto nos lleva a querer aceptar propuestas a la fuerza, dando como resultado esas luchas en la sociedad, que lo único que refleja es esa oposición frente a las actuaciones gubernamentales.
No podemos olvidar, que mientras ello ocurre, hay otros puntos de igual relevancia que cada vez toman más fuerza en la evolución social, las famosas alianzas, entre partidos políticos que hemos podido observa actualmente. Sí, activistas políticos, que por años han sido contrarios y hoy por hoy los vemos unidos compartiendo estrategias, y buscando quien encabezará la alianza y quién estará en la vicepresidencia. Sabemos que el apoyo incondicional de la población a estos nuevos paradigmas no se hará esperar, pues que la población que se encuentra sin trabajo para llevar el sustento a su casa, va en aumento, y sin olvidar la costumbre que la única estabilidad económica se obtiene en una institución Estatal, vaya costumbre, dónde dejamos la profesión que con tanto anhelo se ha formado, que ha llevado años de esfuerzo y sacrificio, estamos olvidando que un país requiere de distintas labores para su desarrollo.
Me gustaría concluir que no debemos olvidar aquellas luchas para lograr la independencia, aquellas muertes para levantar una bandera, y aquellas lagrimas para seguir hablando español, porque mientras nos odiamos entre nosotros, ellos nos observan.
La autora es abogada y docente universitaria

