Desarrollo y democracia cultural desde los territorios



A principios de junio, en el Museo del Canal Interoceánico, se llevó a cabo un diálogo con alcaldes, representantes de corregimientos y diputados electos, con el objetivo de sensibilizarlos sobre la necesidad de formular políticas culturales a nivel municipal. La receptividad de las futuras autoridades fue notable, sobre todo porque muchas de ellas ya tenían incorporada la dimensión cultural en sus propuestas de gestión. Nos encontramos ante una coyuntura favorable, inédita en nuestro país, que nos invita a reflexionar sobre la importancia de construir políticas culturales en el ámbito local.

La implementación de políticas culturales en municipios y corregimientos es crucial por varias razones: su dimensión territorial facilita la realización de diagnósticos eficientes de actores, recursos y necesidades. Asimismo, pueden brindar respuestas rápidas y eficaces, adaptándose a los cambios culturales del territorio, motivados por migraciones, envejecimiento de la población y diversificación de los emprendimientos creativos, entre otros factores. Y, sobre todo, las comunidades pequeñas constituyen el espacio idóneo para fortalecer la participación ciudadana en la toma de decisiones relacionadas con la cultura.

Un paso adelante en el fortalecimiento de la gestión pública de la cultura es que los municipios se adhieran a la Agenda 21 de la Cultura, una iniciativa global lanzada en 2004 que proporciona un marco integral para el desarrollo de políticas culturales locales. La incorporación a la Agenda 21 además conectaría nuestros municipios con una red global de ciudades comprometidas con la cultura, facilitando el intercambio de experiencias y buenas prácticas.

Propongo a las autoridades municipales y locales formular e implementar políticas culturales que, siempre adaptadas a las diferencias de cada territorio, incluyan los siguientes enfoques:

  1. Derechos culturales: Que los comprometa a garantizar el derecho de todas las personas a participar en la vida cultural de su comunidad, el acceso a bienes y servicios culturales, el respeto a sus identidades y la libertad de expresión artística.

  2. Desarrollo sostenible: De manera que la cultura sea una herramienta para promover la inclusión social, la igualdad de género, el crecimiento económico y empleos de calidad. Para ello, se debe integrar la cultura en todas las estrategias de desarrollo del municipio.

  3. Cultura viva comunitaria: Comprender a las comunidades como actores y no receptores pasivos de cultura exige fomentar y fortalecer las expresiones culturales que las propias comunidades generan, superando la anacrónica concepción de “llevar cultura a la gente”.

La construcción de políticas culturales municipales en Panamá requerirá de voluntad política, participación ciudadana y mecanismos de gobernanza democrática entre diferentes sectores. Sin embargo, el potencial impacto en la calidad de vida de la población hace que este esfuerzo deba ser asumido de inmediato. El entusiasmo de las autoridades electas nos indica que quizá el futuro de la gestión pública de la cultura del país está en el nivel local, en la base de la sociedad. El momento de actuar es ahora.

El autor es abogado, gestor cultural y docente universitario.


LAS MÁS LEÍDAS