La política exterior suele contener historias del servicio público ajenas a la ciudadanía que se pierden en los expedientes burocráticos y en las memorias individuales de los servidores públicos. En este sentido, el libro La alforja (2024) de la diplomática panameña Deus Navarro, obtiene una especial importancia porque es un testimonio valioso que la autora se atreve a compartir. Publicado en Ecuador en julio del año 2024, este volumen de crónicas y relatos de viaje es una memoria ética, un retrato de país y, sobre todo, una reivindicación del trabajo diplomático hecho con compromiso y decoro.
Deus Navarro es una mujer de carrera diplomática en un mundo dominado por hombres. La funcionaria que, a lo largo de más de tres décadas, vivió en carne propia los desafíos de representar a Panamá en escenarios de gran complejidad política y humana, nos brinda una radiografía honesta de lo que significa ser diplomático cuando se tiene conciencia, valores y un profundo amor por el país. Su relato, dividido en capítulos que entrelazan anécdotas, análisis y vivencias personales, es ameno y algunas veces conmovedor.
Una alforja, en la tradición popular, es un bolso donde se guarda lo necesario para la travesía. Deus la llena de memorias, de principios y enseñanzas para las nuevas generaciones. Desde sus primeros pasos en una embajada centroamericana en los años 1980, el lector se encuentra con un ambiente hostil: condiciones laborales indignas, jefes misóginos, falta de recursos y una Cancillería indiferente. Estamos ante una funcionaria que, lejos de rendirse, transforma cada obstáculo en una lección de vida y servicio.
Uno de los capítulos más emocionantes del libro se refiere a la invasión de Estados Unidos a Panamá en diciembre de 1989. Desde su puesto diplomático en el extranjero, Navarro fue testigo del desprestigio y la humillación que enfrentaron los funcionarios panameños en esos años indignos, independientemente de sus convicciones políticas o de su ética. “Panamá era la víctima de la invasión, pero a sus diplomáticos nos castigaban como si fuéramos hijos espurios de una nación culpable”, escribe con contundencia. Esta frase sintetiza el vacío institucional y la fragilidad de las relaciones bilaterales en tiempos de crisis.
En ese contexto, La alforja es un espejo para revisar la memoria nacional. No sólo delata la desprotección de los funcionarios de carrera frente a los embajadores políticos, sino que también muestra la dignidad con que muchas veces tuvieron que actuar, incluso sin respaldo del Estado. Deus cuenta, por ejemplo, cuando dejaron en la embajada a una niña abandonada y, por un gesto de humanidad, confrontó amenazas de muerte por proteger a menores panameños en el exterior. En cada historia surge una mirada de la diplomacia como responsabilidad con la gente.
El relato se enriquece con episodios matizados de ironía, sensibilidad y coraje. Desde las visitas diplomáticas arruinadas por errores logísticos hasta las tensiones de reuniones en gobiernos de países en dictadura, el libro contiene momentos que ilustran la complejidad del trabajo diplomático y consular. Deus Navarro narra, por ejemplo, cómo fue testigo del deterioro moral de embajadores nombrados por conveniencia política, que convertían la embajada en una extensión de sus desórdenes personales. Frente a ellos, ella construye una ética del deber que no es ostentosa, ni alcahuete, sino silenciosa y firme.
Algo notable del libro es la defensa del papel de la mujer en la diplomacia. Deus, que enfrentó discriminación desde sus años de estudio hasta en misiones internacionales, muestra cómo muchas mujeres diplomáticas debieron doblegar esfuerzos para obtener un mínimo de respeto en un sistema diseñado para excluirlas. A pesar de eso, el libro no cae en el resentimiento. Al contrario, su tono es sereno, reflexivo, y en momentos, hasta tierno.
En las últimas páginas, el lector encuentra un epílogo que deja una ventana abierta para la reflexión. Con una mezcla de gratitud y llamado a la acción, la autora estimula a quienes inician su carrera diplomática a llenar su propia alforja: con conocimiento, sí, pero también con sensibilidad cultural, empatía, firmeza ética y amor por el país. La diplomacia, nos dice, es también pedagogía y memoria, diálogo y resistencia.
La alforja es, en definitiva, un libro necesario que debe estar en la biblioteca de la Cancillería, principalmente. No solo para quienes se dedican a la política exterior, sino para cualquier ciudadano que desee comprender los hilos invisibles que tejen nuestra identidad en el mundo. Es también un libro sobre Panamá: sobre sus heridas, sus silencios, sus ruidos, su dignidad desordenada y sus posibles esperanzas. Y es un consejo para los jóvenes que deseen estudiar esta carrera: “Quien ingrese a la carrera diplomática pensando en el glamour de ser diplomático es mejor que reconsidere sus opciones”, porque es una carrera hermosa, pero no una pasarela de divertimento.
Deus Navarro, con su nombre poderoso y su voz humilde, ha hecho lo que pocos funcionarios públicos se atreven a hacer: contarnos su historia sin filtros, con verdad, con humanidad. Su alforja es ahora también nuestra.
El autor es escritor.

