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Devolver la prima suena bien… hasta que lo analizas

En Panamá, todo conductor está obligado por ley a contratar el seguro básico de automóviles, conocido como SOAT, que cubre daños a terceros y ciertos gastos médicos derivados de accidentes de tránsito. Este seguro no es un formalismo ni un simple requisito legal. Cumple un rol fundamental como mecanismo de protección social, basado en los principios de mutualidad y solidaridad: las pérdidas de unos pocos se cubren con las primas de muchos.

Sin embargo, el Proyecto de Ley 53, actualmente en discusión, propone que las aseguradoras devuelvan el 25 % de la prima anual a quienes no hayan presentado reclamos. A primera vista, parece un incentivo razonable. Pero en la práctica, va en contra de la lógica técnica del seguro y amenaza con debilitar el sistema en su conjunto.

Un error conceptual

El SOAT no es un fondo personal ni un sistema de recompensas. Su esencia es colectiva: todos aportamos para que, en caso de siniestro, cualquier persona reciba atención o resarcimiento. Reembolsar dinero por “no usar” el seguro desvirtúa esta lógica. El seguro no es una alcancía, sino una red de protección común.

Además, para financiar estos reembolsos, las aseguradoras tendrían que aumentar la prima base, lo cual afectaría especialmente a quienes más necesitan cobertura.

Una medida popular… pero técnicamente equivocada

Más que plantear reembolsos, el país debería preguntarse: ¿por qué seguimos con un límite de cobertura tan bajo?

Actualmente, el SOAT cubre apenas B/. 5,000, una suma claramente insuficiente ante los costos médicos y daños materiales actuales. Una fractura o cirugía puede superar fácilmente ese monto. Ni hablar de los daños a vehículos modernos, eléctricos o de gama media-alta, donde una colisión puede implicar entre B/. 8,000 y B/. 15,000 por piezas, sensores, airbags, más la mano de obra de talleres.

Si se trata de una colisión fuerte y múltiple, los daños a terceros podrían ascender a decenas de miles de balboas. Por eso, muchos países han elevado el mínimo obligatorio a B/. 10,000 o B/. 30,000. Hacerlo en Panamá aumentaría la protección sin elevar drásticamente el costo de la prima, gracias a la dispersión del riesgo entre cientos de miles de asegurados. Incluso, este incremento podría reducir el costo de las pólizas de responsabilidad civil en exceso (Third Party Liability), al ampliar el tramo cubierto por el SOAT.

Reembolsos: efectos adversos

Más allá del atractivo político, la devolución de primas generaría distorsiones técnicas y de comportamiento, ya que podría incentivar a los conductores a no reportar siniestros menores para no perder el “beneficio”. Además, podría desbalancear el sistema, comprometiendo la calidad de la data actuarial del mercado y encareciendo las primas para quienes sí requieren cobertura.

El resultado sería una espiral peligrosa: menos reportes, mayor incertidumbre técnica, primas más altas y una red de protección más frágil.

La alternativa correcta: prevención y educación

Si de verdad se quiere premiar la buena conducción, hay formas más sostenibles y efectivas: programas de educación vial, asistencia en carretera, descuentos en mantenimiento o beneficios con talleres y servicios automotrices. Estos incentivos fortalecen el ecosistema sin erosionar el principio solidario que sustenta al SOAT.

En resumen:

  1. El seguro no debe verse como una cuenta de ahorros individual.

  2. Reembolsar primas rompe con la lógica técnica y social del sistema.

  3. El monto actual del SOAT es insuficiente: urge revisarlo y actualizarlo.

  4. Aumentar el mínimo podría incluso abaratar otras coberturas complementarias.

  5. Panamá necesita más cultura vial, no incentivos mal diseñados.

Reflexión final

Panamá debe avanzar hacia un sistema de seguros más moderno, justo y técnicamente robusto. Para lograrlo, es clave entender que asegurar no es solo cumplir una ley: es proteger vidas, patrimonio y estabilidad social.

La discusión no debe girar en torno a devoluciones simbólicas, sino a cómo fortalecer y profesionalizar el sistema para beneficio de todos. Porque si este proyecto se aprueba, los únicos perjudicados serán los propios consumidores, ya que las aseguradoras se verán obligadas a aumentar tarifas para mantener resultados que ya son bastante marginales.

El autor es asesor y broker especialista en riesgo y seguros.


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