El 4 de octubre de 2025, fiesta de San Francisco de Asís, el Papa León XIV presentó su primera exhortación apostólica, Dilexi Te (“Te he amado”). Es un texto profundamente humano que rescata el corazón del Evangelio: la fe cristiana no puede separarse del amor activo hacia los pobres. Pero este amor no se reduce a la limosna; se expresa en justicia, en oportunidades y en el reconocimiento de que la dignidad del ser humano florece cuando puede sostener su vida con trabajo y construir un patrimonio propio.
El Papa recuerda que el amor cristiano debe transformar las estructuras que perpetúan la pobreza. Y entre esas estructuras está la falta de acceso a un empleo digno y a la propiedad privada. En línea con la Doctrina Social de la Iglesia, Dilexi Te reafirma que el trabajo es más que un medio de subsistencia: es participación en la obra creadora de Dios. A través del trabajo, la persona descubre su valor, contribuye al bien común y se eleva espiritualmente.
Por eso, cuando el salario es insuficiente o las condiciones son injustas, se hiere la dignidad humana. León XIV insiste en que no hay auténtico progreso sin justicia laboral. El amor al pobre no consiste en mantenerlo dependiente de la ayuda, sino en abrirle las puertas a la independencia, al mérito y a la posibilidad de crear y conservar un patrimonio que dé estabilidad a su familia.
El texto también recuerda que la propiedad privada es un derecho natural y un instrumento de libertad. No se opone al destino universal de los bienes, sino que lo ordena y lo hace posible. Sin la posibilidad de poseer, cuidar y transmitir lo propio, la persona pierde una dimensión esencial de su libertad y responsabilidad. La pobreza se combate no confiscando, sino creando las condiciones para que todos puedan ser propietarios, emprendedores y participantes de la riqueza que generan.
Dilexi Te denuncia los sistemas económicos que concentran el poder y los recursos, y advierte que una sociedad que margina al trabajador y desalienta el esfuerzo destruye su propio fundamento moral. A la vez, condena el asistencialismo que humilla y adormece, llamando a reemplazarlo por una solidaridad que empodera: educación, capacitación, empleo digno y acceso a vivienda.
Para Panamá, este mensaje tiene una resonancia especial. Somos una nación privilegiada por su estabilidad, su ubicación y su espíritu emprendedor, pero seguimos enfrentando profundas desigualdades. El desafío no es solo reducir la pobreza, sino multiplicar las oportunidades para que cada panameño pueda generar riqueza con su propio talento y trabajo.
El Papa no propone ideologías, sino conversión. Pide mirar al pobre no como problema, sino como hermano, y entender que la justicia social nace del respeto a la persona y de la ética en los negocios, la política y la economía. Cuando el empresario crea empleo digno, el político legisla con honestidad y el ciudadano trabaja con integridad, se realiza el verdadero sentido de Dilexi Te: un amor que se traduce en estructuras de esperanza.
Como empresario y caballero de la Orden de Malta, leo esta exhortación como una brújula moral. Nos recuerda que la caridad sin justicia es incompleta, y que el desarrollo sin inclusión es estéril. El amor cristiano se vuelve tangible cuando se traduce en empleo, en techo, en educación y en libertad económica.
El Papa León XIV nos invita a redescubrir el valor del trabajo, de la propiedad y del esfuerzo honesto como caminos para la redención social. Solo así el amor deja de ser un sentimiento y se convierte en un proyecto de nación.
Si logramos que cada familia pueda vivir de su trabajo, construir su hogar y heredar esperanza, habremos entendido el verdadero sentido de Dilexi Te: el amor que dignifica.
El autor es empresario y Caballero de la Orden de Malta.


