El cambio climático y otros desafíos globales exigen nuevas formas de cooperación. La diplomacia científica conecta la ciencia con la política pública para buscar soluciones conjuntas basadas en evidencia. A través de esta herramienta, científicos, tomadores de decisiones y comunidades pueden dialogar, colaborar y generar estrategias sostenibles.
En Panamá, un ejemplo concreto se desarrolla en la comunidad Ngäbe de Milla Cinco, donde, junto al Instituto de Ecología Tropical y Conservación (ITEC), la ONG CONSA y aliados regionales, se implementa un proyecto de monitoreo ecológico comunitario en los territorios protegidos de San San Pond Sak y el Parque Internacional La Amistad. Estas zonas, vitales para la biodiversidad y el agua que abastece a más de 50 mil personas, están amenazadas por proyectos como hidroeléctricas, carreteras y monocultivos.
El proyecto capacita a miembros de la comunidad para monitorear especies clave como el tapir centroamericano, peces de agua dulce y aves migratorias. A través de diálogos entre conocimientos indígenas y científicos, se genera un proceso colaborativo que fortalece la conservación y la toma de decisiones locales. Uno de sus logros ha sido vincular el idioma ngäbere con términos científicos, facilitando una comprensión compartida de los ecosistemas.
Sin embargo, este tipo de iniciativas enfrenta retos importantes. La comunidad de Buena Selva, por ejemplo, inicialmente rechazó el proyecto debido a experiencias negativas previas con entidades gubernamentales. A pesar de ello, el acercamiento respetuoso y la mediación paciente permitieron construir confianza y continuar con las actividades.
La experiencia panameña demuestra cómo la diplomacia científica puede aplicarse a nivel local, integrando saberes diversos y fortaleciendo las capacidades comunitarias. A nivel regional, el Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI), con sede en Panamá, impulsa estos diálogos mediante espacios como la Conferencia de las Partes (CoP 33), que se celebrará en Paraguay del 28 al 30 de mayo, con la participación de científicos y representantes gubernamentales de sus 19 países miembros, enfocados en el reto de la sequía.
A pesar de las lluvias del invierno panameño, la amenaza de la sequía persiste y afecta gravemente al Canal y a la agricultura. Este desafío, compartido por toda la región, requiere una ciencia que trascienda fronteras y dialogue con las comunidades. La diplomacia científica ofrece ese puente, fortaleciendo las políticas públicas y promoviendo un futuro más justo y sostenible.
Las autoras son directora del Instituto Interamericano para la Investigación del Cambio Global (IAI) y directora de Tink Comunicaciones, respectivamente, para Ciencia en Panamá.


