En esta época electoral, en las que elegiremos nuevas autoridades gubernamentales, escucho a muchos comunicadores sociales e influencers hablar de que la gente no sabe votar, que vota por los mismos “corruptos” de siempre, y se conforma con una bolsa de comida, dinero en efectivo o materiales de construcción, por citar algunos ejemplos. Pero, realmente, ¿se han hecho esfuerzos para educar a la población para promover un voto inteligente? La gente se ha acostumbrado a votar por aquel que le resuelva sus necesidades inmediatas, a sabiendas que no volverá a ver a ese político una vez sea elegido. Entonces, ¿podemos exigirle a esa población que su voto sea a conciencia por el bien del país?
En este contexto, resalto la importancia de impulsar una educación ciudadana enfocada en promover el voto inteligente. La educación ciudadana es un proceso integral dirigido a formar ciudadanos activos, críticos y responsables, capaces de participar de manera informada y comprometida en la vida pública. Inculca valores como la tolerancia, el respeto a la diversidad, la solidaridad y la búsqueda del bien común. El voto inteligente, por su parte, comprende el ejercicio consciente del derecho al sufragio, basado en un análisis profundo de las propuestas y trayectorias de los candidatos, así como de las necesidades y desafíos que enfrenta la comunidad. Implica ir más allá de las emociones o las preferencias personales para tomar una decisión fundamentada que contribuya al desarrollo del país.
Al respecto, conviene diferenciar educación ciudadana y educación cívica. La primera se enfoca en el desarrollo de las competencias necesarias para ejercer la ciudadanía de manera activa y responsable. La segunda, constituye la base fundamental para la educación ciudadana, y proporciona los conocimientos y herramientas básicas para comprender el sistema político y social del Estado.
En un mundo en constante cambio, donde la información abunda y en el que las decisiones son cada vez más complejas, la educación ciudadana y el voto inteligente surgen como herramientas fundamentales para construir sociedades democráticas sólidas y prósperas. Permiten el empoderamiento ciudadano y la construcción de un gobierno eficaz que responda a las necesidades y aspiraciones del pueblo. Su fortalecimiento es esencial para alcanzar un desarrollo social sostenible y un futuro más justo y equitativo para todos.
Una ciudadanía educada está mejor preparada para discernir entre información veraz y falsa, evaluar propuestas objetivamente y comprender las implicaciones de cada voto. Así evitamos la manipulación, la abstención y el voto nulo, fortaleciendo la legitimidad de los procesos electorales y la representatividad de los gobiernos elegidos.
Entonces, ¿cómo podemos promover la educación ciudadana y el voto inteligente en nuestro país? Para ello, se requiere tomar acciones concretas como: la incorporación de la educación ciudadana en los currículos escolares, para que desde temprana edad se inculquen valores democráticos, conocimientos sobre el funcionamiento del sistema político y habilidades para el análisis crítico de la información. También, fomentar una auténtica participación ciudadana, brindando espacios para que los ciudadanos se involucren en la toma de decisiones, desde el ámbito local hasta el nacional.
Además es importante promover y garantizar el acceso libre y transparente a información sobre los candidatos, sus propuestas y las plataformas políticas. Es necesario incentivar el debate y la discusión constructiva, creando espacios para que los ciudadanos puedan intercambiar ideas, expresar sus opiniones y discutir de manera respetuosa sobre temas de interés público.
Igualmente, es fundamental combatir la desinformación y las campañas electorales negativas, mediante la implementación de medidas que regulen la propaganda política y combatan la difusión de las nocivas fake news que puedan afectar el voto libre e informado.
En definitiva, una ciudadanía más educada e informada participará activamente en la vida pública, exigiendo transparencia y rendición de cuentas a sus futuros gobernantes y eligiendo líderes competentes y comprometidos con el bienestar social, lo que redundará en políticas públicas efectivas y una mejor calidad de vida para todos los panameños.
El autor es licenciado en administración de empresas.

