Discutir el estado del sistema educativo panameño al concluir cada año escolar constituye un ejercicio esencial de reflexión y análisis. El año 2025 registró ciertos avances, pero también expuso profundas dificultades, que revelan que la educación sigue enfrentando obstáculos estructurales. ¿Estamos avanzando como país o seguimos rezagados en esta materia fundamental?
Un tema recurrente es el Programa de Recuperación Académica Estudiantil (PRAE), concebido como una segunda oportunidad para estudiantes que reprobaron asignaturas. El Meduca oficializó que los alumnos de premedia y media que reprueben hasta tres materias deberán participar obligatoriamente en este programa, cuyas inscripciones se realizarán del 29 de diciembre de 2025 al 2 de enero de 2026. Como reconoció el director general de Educación, Edwin Gordón: “Ha sido un año muy difícil. La educación ha venido muy golpeada…, con la pandemia, huelgas, y este año no pudimos escapar de las mismas”.¿Las cifras de reprobación reflejan circunstancias familiares adversas, falta de compromiso estudiantil o debilidades en los métodos de enseñanza?
Panamá no funciona igual para todos, y la educación no es la excepción. El año escolar 2025 inició con 980,225 estudiantes y 51,616 docentes en más de 3,100 centros educativos oficiales, pero las deficiencias estructurales quedaron al descubierto. Un informe de Jóvenes Unidos por la Educación (JUxlaE) reveló que el 41% de los colegios evaluados no pudo iniciar clases en marzo por deficiencias graves, mientras que el 59% comenzó con problemas significativos. El estudio documentó que el 44% de las escuelas presenta baños deteriorados y espacios inadecuados, afectando a más de 70,000 estudiantes en todo el país.
Si bien el Meduca reporta avances en la reducción de escuelas rancho —de 521 a 478— y de aulas rancho —de 1,733 a 1,608—, los rezagos siguen siendo enormes. De las 1,089 escuelas contempladas en el programa de mantenimiento para 2025, solo 173 han concluido las obras. La ministra Molinar reconoció públicamente: “No podemos pedir que 3,000 escuelas estén listas en seis meses, cuando hemos acumulado más de 10 años de retrasos”. Esta realidad evidencia una desigualdad sistémica que niega a parte de la población el derecho a una educación digna y segura.
La tragedia en la comarca Ngäbe-Buglé, donde dos niñas de cinco y ocho años murieron ahogadas en octubre, nos confronta con una realidad que no puede normalizarse. Según el informe Educación mortal: crisis sistemática, de la Fundación para el Desarrollo Económico y Social (FUDESPA) y JUxlaE, entre 55 y 70 estudiantes han perdido la vida por ahogamiento al cruzar ríos para asistir a clases en las últimas dos décadas. El río Cricamola, en el distrito de Kankintú, es el punto más crítico. El sistema educativo debe garantizar no solo el acceso a la educación, sino también la seguridad de quienes buscan formarse.
Este escenario exige un llamado urgente a las autoridades educativas. Para 2026, el Meduca tendrá un presupuesto asignado de 3,745.7 millones de dólares, aunque el director de Planificación, Dillian Staine, advirtió que “ese dinero no existe en su totalidad”, porque está basado en supuestos económicos y no en flujo de caja disponible. Del monto, 2,140 millones corresponden a funcionamiento y 1,605 millones a inversión, incluyendo 361 millones para 83 proyectos de infraestructura educativa. El informe de FUDESPA y JUxlaE estima que se requieren entre 42 y 63 millones de dólares para construir puentes seguros y mejorar el acceso escolar en Kankintú.
También es imperativo fortalecer el rol de los docentes. Los maestros no son meros transmisores de contenidos: son guías, mentores y modelos para las nuevas generaciones. La educación panameña requiere docentes comprometidos y sensibles, convencidos de que su labor trasciende el aula y transforma la sociedad. El Meduca reporta que más de 35,000 docentes del sector oficial han sido capacitados en áreas tecnológicas, pedagógicas y socioemocionales, una inversión que debe reflejarse en mejores resultados educativos.
¿Puede el próximo año marcar un renacimiento para la educación panameña? ¿Una educación verdaderamente equitativa, donde las vidas de los estudiantes estén protegidas y existan oportunidades reales para construir un mejor futuro? Si la educación avanza con compromiso, inversión efectiva y justicia social, Panamá también avanza.
El autor es egresado del Laboratorio Latinoamericano de Acción Ciudadana (2022).

