Cada 15 de octubre se conmemora el Día Internacional del Bastón Blanco, una fecha crucial para promover la autonomía de las personas con discapacidad visual. El bastón es mucho más que una simple herramienta: es un emblema de independencia, movilidad y seguridad en la vida diaria.
No es solo caminar, es orientación
Existe un error común: asumir que basta con tomar el bastón para desplazarse. Por el contrario, su uso correcto requiere formación especializada, la cual puede adquirirse en instituciones que rehabilitan a personas con discapacidad visual, tales como la Unión Nacional de Ciegos y el Patronato Luz del Ciego.
Las personas que presentan dificultad para ver deben recibir clases de orientación y movilidad para dominar la técnica adecuada. Este entrenamiento es lo que realmente les permite moverse de manera eficiente y segura por calles, aceras y espacios públicos.
Un código de colores con significado
Los bastones comunican una condición visual específica a través de un código de colores que, si bien puede variar en distintos países, en Panamá ofrece información vital para la sociedad:
Bastón verde: identifica a personas con baja visión. Conservan restos visuales y pueden percibir el entorno en ciertas condiciones, como con buena iluminación o a corta distancia.
Bastón blanco con una franja roja en la parte inferior: es el símbolo tradicional para las personas ciegas, indicando una pérdida visual severa o total. Comunica al entorno que quien lo porta tiene una dependencia total de la herramienta para su movilidad.
Bastón blanco con rojo como un peppermint: señala la sordoceguera, una doble discapacidad sensorial que requiere una consideración especial.
En Panamá, este código de colores es fundamental. Cada tonalidad es un mensaje claro que permite a la sociedad comprender el tipo de condición visual, facilitando un mejor apoyo y empatía en el entorno. No todos enfrentamos los mismos desafíos, porque no todos tenemos el mismo diagnóstico.
Más que una conmemoración, una reflexión
El 15 de octubre es una oportunidad invaluable para reflexionar sobre la inclusión. La verdadera accesibilidad no se limita a rampas o señalización; comienza por entender, respetar y apoyar la independencia que el bastón representa.
Es un recordatorio de que esta herramienta no solo guía un paso: también afirma el derecho de toda persona a recorrer el mundo con dignidad y autonomía.
La autora es periodista.


