Este Día Mundial del Sida tiene el lema “Tomando el camino de los derechos”. Esto resalta la importancia de incluir el derecho de vivir sin discriminación y a la atención y tratamiento del VIH centrado en las personas como un factor decisivo en la prevención de la adquisición del VIH y el desarrollo a la fase de sida.
Panamá enfrenta grandes desafíos en este terreno. El reporte de ONUSIDA 2024 informa que entre 2016 y 2023 ocurrió un incremento en las actitudes estigmatizantes relacionadas con los derechos de las personas que viven con VIH. Nuestras investigaciones reflejan algo similar. Un estudio reveló que adolescentes mantienen ideas estigmatizantes hacia compañeros que viven con VIH. Otro, que la discriminación por vivir con VIH tiene un efecto real en la salud, pues quienes se sienten rechazadas en sus hogares, comunidades o por el sistema de salud, son menos propensos a continuar con sus controles y tomar sus antirretrovirales, medicamentos necesarios para sobrevivir la infección con VIH. Y otro más encontró que las mujeres transgénero que viven con VIH enfrentan simultáneamente el rechazo en sus comunidades por su modalidad de género, y el de proveedores médicos, que dificulta el acceso a los antirretrovirales.
El acceso a servicios para las personas que viven con VIH es complejo, aun cuando existen 27 clínicas de tratamiento antirretroviral en el país. La pobreza, la violencia de pareja íntima y los síntomas de depresión, generan barreras para asistir a las citas médicas y tomar los antirretrovirales. La Sección de VIH/ITS del Minsa enfrenta limitaciones crónicas de presupuesto y personal, mientras gremios nacionales bloquean la implementación de tecnologías exitosas a nivel mundial, como la auto prueba de VIH y el testeo comunitario. Existen ya inyecciones de acción prolongada para prevenir y tratar el VIH, que podrían controlar la epidemia en este país, pero no estarán disponibles para Panamá hasta 2031, debido a restricciones de patentes.
“Tomando el camino de los derechos” exige enfrentar de raíz las barreras al ejercicio de esos derechos. Esto, además de ético, es indispensable para tener un futuro equitativo y saludable para todos.
La autora es epidemióloga, miembro del Sistema Nacional de Investigación (SNI) e integrante de Ciencia en Panamá.
