En un mundo sacudido por crisis ambientales, sanitarias y sociales, nos enfrentamos a problemas complejos y con múltiples causas. ¿Quién decide qué conocimientos son válidos y cuáles se ignoran al momento de tomar decisiones? ¿Quién tiene el poder de investigar, de hacer preguntas, de proponer soluciones? Estas interrogantes son más urgentes que nunca, y Panamá no puede quedarse esperando que otros países las resuelvan por nosotros.
En este contexto, un país que no produce su propio conocimiento depende de otros para decidir sobre salud, agua, energía o alimentación. No podemos seguir importando datos y modelos que no corresponden a nuestras realidades tropicales. Necesitamos ciencia que nazca en nuestro suelo y responda a nuestras preguntas. Soberanía también es decidir qué investigamos y por qué. Solo así podremos enfrentar con dignidad las amenazas del colapso ecológico y de las desigualdades sociales.
¿Qué podemos hacer como ciudadanos para defender el ecosistema científico? Debemos entender que todos jugamos un papel esencial. Apoyar la ciencia no es solo tarea de investigadores o instituciones: cualquier persona puede contribuir. Podemos empezar por informarnos a través de fuentes confiables, participar en actividades de divulgación científica, apoyar a nuestros hijos e hijas en su curiosidad por aprender y valorar a quienes se dedican a investigar. También podemos exigir con firmeza a nuestras autoridades mayor inversión pública en ciencia y tecnología.
Este domingo 27 de abril, la Fundación Ciencia en Panamá convoca a la Marcha por la Ciencia bajo el lema “Ciencia, Soberanía y Salud Planetaria”. Las actividades se realizarán en el Biomuseo, ubicado en la Calzada de Amador. La feria de ciencias y las charlas CEP iniciarán a las 11:00 a.m., y la marcha partirá desde el Biomuseo a las 3:30 p.m.
Defender la ciencia es defender la capacidad de soñar y construir un Panamá más justo y resiliente. Es asegurar que las próximas generaciones tengan las herramientas para transformar lo que hoy parece imposible. Es cuidar nuestro derecho a entender, a imaginar y a decidir. Por eso, este año marchamos: para recordar que la defensa del conocimiento es también una defensa de nuestra dignidad, de nuestra soberanía y de la vida en el planeta.
El autor es farmacéutico e integrante de la Junta Directiva de Ciencia en Panamá.
