El empleo informal o emprendimiento no necesariamente es la antítesis del empleo formal. Ambos son importantes y necesarios. El problema es cuando uno crece en detrimento del otro, sobre todo si el que disminuye (la formalidad) es el sustento de vida de una Caja de Seguro Social (CSS) en vía de extinción.
Hoy tenemos 59 mil asalariados privados menos y 249 mil informales más que hace 10 años. Y a pesar de tener también la planilla estatal más alta de la historia, esta estatización y precarización del empleo está llevando a un crecimiento “alarmante” de la informalidad, según la Organización Mundial del Trabajo (OIT). Lo que aunado a la caída del número de cotizantes (imposible recuperarlos con la contratación de funcionarios) y el aumento de las pensiones, representa la peor amenaza a la CSS, cuyas reservas del programa Invalidez, Vejez y Muerte (IVM) desaparecen en 2024. Sin contar, además, con el subsidio de 120 a los 65, como una especie de competencia contra el IVM. Muchos preferirán no cotizar, esperando que a sus 65 años de edad tendrán una fuente segura de supervivencia con 120 dólares mensuales, más lo que seguirán generando en la informalidad y con lo que además pudieron obtener de su emprendimiento por toda su vida, pero sin darle a la CSS un céntimo.
Sin inversión privada no hay empleo formal; sin empleo formal no hay cotizantes, y sin cotizantes desaparece el IVM.
Recordemos que empleo formal es estar en una planilla del sector privado o público, de la cual se deducen las cotizaciones a la CSS (entre otras como el impuesto sobre la renta y el seguro educativo). Mientras que los informales serían los empleados privados que no tienen contrato laboral, los independientes (aunque coticen a la CSS y paguen impuestos), los patronos con menos de cinco trabajadores, los empleados domésticos y los trabajadores familiares. Y aunque el segmento informal es el motor del empleo en Panamá, solamente el 17% cotiza a la CSS y paga impuestos. Por lo tanto, según la OIT, hay que buscar la manera de afiliar el segmento informal a la CSS y, por consiguiente, que pueda cotizar.
La OIT también sugiere que el gobierno encuentre mecanismos alternos para financiar a la CSS, sobre todo cuando la pandemia significó la pérdida de 364 mil empleos del sector privado y a 284 mil trabajadores se les suspendió el contrato, lo que significa que un 66% de los trabajadores formales en el sector privado dejó de cotizar. Esto permitió que la reserva del IVM, entre marzo de 2021 y marzo de 2022, cayera en $843 millones para hacerle frente a las pensiones.
Antes de buscar culpables habría que implementar soluciones. Pero hay culpables con agravantes, sobre todo siendo estos los que tienen el cargo, la jerarquía y el poder para hacer algo, pero no actúan. Todavía recuerdo los $190 millones anuales de la minera que se iban a dar al IVM desde hace seis meses, anunciado en cadena nacional, mientras que pasado ese tiempo el contrato ni siquiera se ha firmado. Peor cuando esa suma si acaso cubre un mes de pensiones y jubilaciones ($180 millones es lo que cuestan).
Recuerdo al mismo funcionario que echó el cuento de los $190 millones de la minera decir que la mesa de diálogo de la CSS no podía tocar las medidas paramétricas (de un sistema que, a los ocho años de jubilación, ya el jubilado recibe todo lo que aportó, lo cual es financieramente insostenible). Pero lo peor fue cuando uno de sus más aberrantes asesores diría por todo lo alto y a todo color, que este gobierno no haría nada por “falta de capital político”. No pretendo exonerar tampoco a quienes precedieron al incapaz de hoy. Pero la teja le debe caer y con más fuerza y rudeza, al que, comprometiéndose en campaña para solucionar los pecados de sus predecesores, decide hacer lo mismo o no hacer nada para que la situación no solo siga igual, sino que empeore.
No solamente hay culpables con el agravante de la premeditación, la alevosía y la ventaja de no querer afrontar el problema por motivaciones clientelistas y esperar, por consiguiente, que un próximo gobierno se encargue. Sino que, además, teniendo la posibilidad desde las instancias gubernamentales de iniciar el camino de las soluciones, prefiere detenerse en el medio de la vía. La culpabilidad no solamente es política, sino que está muy cercana a la delictiva, desde el que mintió en vivo por la pantalla chica, hasta el que le sirvió de papagayo para salvarle el pellejo. Sí hay culpables y de enorme envergadura y extensión.
El autor es abogado.
