Solo 9 de los 33 países de Latinoamérica fueron visitados por el Papa Francisco; uno de ellos fue Panamá.
Recuerdo que en 2014, en plena campaña política, el candidato presidencial y su equipo —quienes luego ganaron las elecciones— me comentaron que les gustaría organizar la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Panamá. Ganamos las elecciones y me pidieron comenzar a organizarla. Lógicamente, había que comentarlo con las autoridades eclesiásticas de Panamá.
Tuve que hablar con nuestro querido arzobispo, monseñor José Domingo Ulloa, y con el nuncio apostólico, monseñor Andrés Carrascosa. Como nunca había organizado una JMJ, llamé a un profesor italiano que había trabajado en varias ediciones, Yago de la Cierva —hoy profesor del IESE Business School en comunicación corporativa—, pidiéndole ayuda para redactar la carta de invitación al Papa Francisco. Le expliqué que el presidente y el Gobierno estaban interesados en organizar la JMJ en Panamá.Lo primero que me aclaró fue que el Papa no acude como jefe de Estado a visitar un país invitado por otro jefe de Estado, aunque los gastos los sufraguen los países anfitriones. La JMJ es una visita pastoral de un padre a sus hijos católicos, por lo que la invitación debía ser enviada por las autoridades eclesiásticas de Panamá.Teníamos además el problema de la logística: mi amigo me comentó que en todos los países donde había trabajado la JMJ contaban con el apoyo del ejército, experto en logística humana. Además, Panamá era un país muy pequeño en comparación con los antecedentes: España, en 2011, atrajo a dos millones de jóvenes, y Brasil, en 2013, a más de tres millones y medio.Se nos ocurrió entonces que el Papa visitara a los jóvenes de toda Centroamérica, congregándolos en Panamá.
Recuerdo haber llamado a monseñor Ulloa, que se encontraba en El Salvador reunido con muchos obispos de la región, con ocasión de la beatificación de monseñor Óscar Romero el 23 de mayo de 2015, para sugerirle que hicieran una invitación conjunta al Papa.Monseñor Ulloa trabajó muy bien la idea, al igual que nuestras autoridades en Roma, pues debíamos competir por la sede con Portugal y Corea del Sur.
El final ya lo conocen: la JMJ fue en Panamá en enero de 2019, y asistieron 700,000 jóvenes.
Tras recordar estos pormenores de los inicios de la JMJ, quisiera encontrar el hilo conductor de los mensajes que el Papa Francisco nos dejó a los panameños. A mi parecer, fue este: buscar la inclusión de todos los panameños y fomentar la alegría y la confianza entre nosotros para resolver juntos nuestros problemas.
La palabra que más repitió el Papa fue “esperanza” en nuestro futuro. De hecho, el Papa ha fallecido en este año jubilar de la esperanza, convocado por él mismo.
Quisiera anotar algunas frases de lo que nos dijo entonces que fundamentan mi idea: En su primer discurso, en la Cancillería, el Papa pidió a nuestras autoridades construir un gobierno justo y honesto, donde todos los panameños tengamos la oportunidad de ser actores de nuestro destino, garantizar una educación de calidad y acceso a trabajos dignos.
Dijo que Panamá es una tierra de sueños, donde todos debemos entretejer un futuro esperanzador, compartiendo los bienes propios con justicia.
Pidió a los políticos llevar una vida con dignidad, austeridad ejemplar y transparencia, poniendo a la persona en el centro.Solicitó que Panamá fuera un “hub de la esperanza” para los jóvenes de los cinco continentes.
Pidió construir canales de comunicación, entendimiento, solidaridad y compromiso, recordando que el futuro de la sociedad es imposible sin contar con todos.
En su encuentro con los obispos, les pidió escuchar a las personas para aprender de ellas. Narró esta anécdota: “La vi ayer y la vi hoy. Una viejita, así flacucha, de mi edad o más todavía, con una mitra. Se había hecho una mitra con cartón y un cartel que decía: ‘Santidad: las abuelas también hacemos lío’. Una maravilla de pueblo”.
Explicó que esta anciana de la JMJ lo inspiró a señalar que nadie debe ser excluido, ni siquiera las personas mayores.
En un emotivo encuentro en el centro de rehabilitación de menores Las Garzas, donde se encontraban 167 jóvenes presos —muchos en proceso de rehabilitación por drogadicción—, el Papa les dio un mensaje de esperanza.En su visita a un centro parroquial de atención a enfermos de VIH, les dijo que Jesús no excluye a nadie, y que necesitamos multiplicar la esperanza.
En el avión de regreso, le preguntaron si le había gustado la JMJ de Panamá, y contestó: “El termómetro de si un viaje llena las expectativas es el cansancio. Y estoy refiltrado”.
Agregó: “En Panamá he percibido un nuevo sentimiento. Panamá es una nación noble; he constatado nobleza”.
Pienso que, para los problemas que debemos afrontar en Panamá —como la equidad social, el acceso a empleos dignos para todos, el respeto al medio ambiente, la ejemplaridad de los políticos, la defensa de la soberanía y del Canal, la inmigración, la situación de la CSS, entre otros—, este es un gran legado: escuchemos, incluyamos y demos esperanza de futuro a todos, pues, en palabras del Papa, somos “una nación noble”.
Que el Papa Francisco, que nos conoció y bendijo, nos siga protegiendo para que sigamos siendo una nación unida, noble, alegre y llena de esperanza.
El autor es profesor e investigador de la Universidad de Panamá.


