La sociedad tiene una actitud retraída al momento de hablar sobre filosofía, es muy probable que la falta de interés surge en que el sistema de educación no invirtió lo suficiente para obtener tu atención y motivación. Sin embargo, la filosofía nos puede ayudar a entender muchos comportamientos del ser humano y de las estructuras que genera para vivir en comunidad.
Thomas Hobbes en 1951 publicó una obra denominada Leviatán, este nombre de seguro te hace pensar en una temible creatura de gran magnitud, estás en lo correcto, esa sería la definición bíblica de la palabra. No obstante Hobbes utiliza esta palabra de forma distinta.
Hobbes considera el Leviatán como la figura que protege el contrato social o la armonía de la civilización. Él, dentro de su racionamiento concluyó que el ser humano es egoísta, siempre velando en sus intereses individuales sobre los intereses compartidos. La única razón por la cual los humanos compartimos vecindad es producto de un contrato social en que las personas limitan sus libertades a fin de vivir en comunidad, es decir, nos adaptamos a una serie de reglas como no robar, respetar a los demás, a fin de evitar peores circunstancias dígase la guerra, la inseguridad, el deterioro social. El Leviatán es el poder que tiene el Estado para mantener el orden social y tal como nos imaginamos la palabra, esta figura debe ser imponente, respetada incluso temida.
La lamentable realidad en Panamá es que nuestro Leviatán está dormido, tranquilo en sus profundidades, ocasionando que ciertos habitantes de esta comunidad actúen de manera indebida, malversando fondos, negociando decisiones judiciales, omitiendo responsabilidades y obligaciones que les competen como ciudadanos y/o jefes de Estado. La criatura, al mantenerse apartado de su puesto de vigilancia, esto crea la ausencia de la certeza de castigo, abriendo espacio a más actividades contrarias al progreso nacional.
Este problema es enmendable, nosotros como ciudadanos tenemos el deber y la capacidad de despertar al Leviatán, ejerciendo nuestra labor como ciudadanos, exigiendo justicia y la reestructuración de la institucionalidad de nuestras entidades gubernamentales.
El autor es abogado
