El mundo después del muro

El mundo después del muro
El muro había sido erigido en 1961 por las autoridades de Alemania Oriental, la sección de Alemania sometida a la Unión Soviética.

La guerra fría –la etapa del sistema internacional que cubre unos nueve lustros a partir de la conclusión de la segunda guerra mundial– concluyó dramáticamente con la caída del muro de Berlín, en noviembre de 1989 y la subsiguiente desintegración de la Unión Soviética (1990-1991).

En la década de 1980, patriotas polacos, checoslovacos y húngaros, así como de otros Estados de Europa oriental, con gran valentía personal incrementaron su resistencia contra el sistema de miedo y opresión instituido por el totalitarismo soviético, que para esas calendas ya había fracasado como modelo de organización política, económica y social.

Uno tras otro fue sucumbiendo cada uno de estos regímenes autocráticos ante la ola democratizadora que abarcó el este de Europa. En Alemania Oriental, el gobierno comunista fue expulsado del poder en octubre de 1989. El 9 de noviembre de ese año, el desmantelamiento del muro que dividía a Berlín simbolizó, de manera dramática, el fin de un régimen de crueldad e ignominia que mantenía en la pobreza y el vasallaje a millones de personas.

El muro había sido erigido en 1961 por las autoridades de Alemania Oriental, la sección de Alemania sometida a la Unión Soviética, para separar la sección de Berlín bajo su control de la porción gobernada por Alemania Occidental.

Durante 28 años, esa estructura impidió el libre flujo de personas entre ambas áreas, separando una ciudad que desde su fundación en 1237 constituía un solo núcleo urbano.

El muro simbolizó la férrea división entre dos sistemas, el este comunista y totalitario y el oeste capitalista y democrático.

Miles de orientales intentaron cruzar esta barrera artificial entre el totalitarismo y la libertad; muchos lo consiguieron; otros fracasaron, perdiendo las esperanzas y, algunos, la vida en el intento de acceder al ámbito de la libertad y el bienestar humano. Se calcula en 5 mil el número de alemanes del este capturados en su intento por atravesar el muro (y castigados por ello), y en 191, el número de personas que murieron intentándolo.

El derrumbe del imperio soviético nos expuso un nuevo escenario. No solo logró Alemania su anhelada unificación:

Europa del este obtuvo su liberación del imperialismo soviético, un régimen asfixiante y de tendencia totalitaria.

Terminó la guerra fría, ese enfrentamiento entre las dos superpotencias –Estados Unidos y la Unión Soviética– que se prolongó a lo largo de casi medio siglo. Llegó a su fin la estructura bipolar que predominó durante cuatro décadas –desde 1945– en el sistema internacional. Esta estructura, por cierto, tuvo a la humanidad en suspenso, muchas veces temerosa, a la espera de una confrontación nuclear entre ambas superpotencias.

Grandes expectativas de liberalización política y bienestar económico surgieron en muchos rincones del planeta. Estas expectativas tuvieron fundamento intelectual en la obra de académicos como Francis Fukuyama, quien argumentó que el fin de la guerra fría representaba, adicionalmente, el final de las luchas ideológicas y la llegada de un consenso alrededor del liberalismo democrático como el único sistema legítimo y viable para gobernar a los pueblos.

Estados Unidos y otros países incorporaron este razonamiento a su política exterior, armonizándolo con la idea de la paz democrática –una antigua tesis, formulada en el siglo dieciocho por Immanuel Kant– que postula que los Estados democráticos nunca resuelven sus diferencias mediante la guerra, sino a través de medios pacíficos. 3 En consecuencia, Washington promovió la instauración de regímenes ostensiblemente democráticos en otros países, a veces empleando la fuerza para lograrlo, bajo el razonamiento de que mientras más se ampliara la esfera democrática, más oportunidades habría para una convivencia pacífica entre los Estados, al menos, entre los que forman parte de esa esfera.

En la capital estadounidense y muchos centros académicos existía el convencimiento de que las autocracias restantes, entre ellas, Rusia y China, eventualmente transitarían a la democracia, lo cual daría cumplimiento a la hipótesis de Fukuyama sobre el consenso ideológico alcanzado luego de la caída del muro de Berlín.

Otros autores, sin embargo, avizoraron nuevas causas de conflicto y otras formas de lucha en el mundo de la postguerra fría. El politólogo Samuel Huntington sostuvo que, en la nueva etapa histórica, las guerras tendrían motivaciones culturales y el extremismo islamista sería la principal amenaza a la paz mundial. En su enfrentamiento con otras “civilizaciones” –especialmente, con el mundo occidental– el extremismo islamista recurriría al terrorismo para promover sus planes y alcanzar sus objetivos.

Los treinta años transcurridos desde la caída del muro de Berlín han visto acontecimientos vinculados a ambas hipótesis.

Los valores de la democracia se han esparcido a muchos rincones del planeta, donde sustentan demandas por una liberalización del espacio político.

Los patrones culturales y de consumo vinculados al capitalismo han tenido aún mayor difusión y aceptación. Este fenómeno, evidente desde hace décadas, tiene mayor pujanza desde el derrumbe del comunismo y el consecuente incremento de la globalización.

Después de la caída del muro de Berlín, la tercera ola de la democratización continuó ganando países para la zona democrática. En Panamá y en Irak, Estados Unidos intervino militarmente para producir cambios de regímenes políticos. Aun cuando otras motivaciones pueden discernirse detrás de estas acciones bélicas estadounidenses, no cabe duda de que el deseo de instaurar sistemas democráticos fue una de las inspiraciones detrás de estas intervenciones.

Por otro lado, las tres décadas posteriores al desmoronamiento del muro berlinés presentan ejemplos de aumento del terrorismo y la conflictividad cultural. En los años noventa, el desmembramiento de Yugoslavia degeneró en una sangría de terribles dimensiones. En 1994, el genocidio en Ruanda horrorizó a la opinión pública mundial. Y el 11 de septiembre de 2001, el mundo entero contempló con incredulidad, frente a las pantallas de televisión, la embestida de dos aviones, secuestrados por terroristas islámicos, contra las Torres Gemelas de Nueva York, símbolo por excelencia del capitalismo occidental.

Nuestro mundo, hoy, es sustancialmente distinto al de treinta años atrás. La supremacía estadounidense y el predominio del liberalismo democrático, que entonces se daban por ciertos, hoy son cuestionados.

El perímetro de la democracia, que alcanzó su máxima extensión en las postrimerías de la década del noventa, hoy se reduce, como lo comunica el más reciente informe de la ONG internacional Freedom House.

China, que tres décadas atrás aplastó en la plaza de Tiananmen las exigencias de apertura política hechas por valientes luchadores por la democracia, hoy plantea un importante desafío a la posición internacional de Estados Unidos.

Su forma autocrática de gobierno no da indicios de democratización ni a corto ni a mediano plazo, y la influencia que esparce por el mundo va en dirección contraria a los postulados del liberalismo democrático. En la propia zona de la democracia, cunde el desencanto con sistemas políticos superficialmente democráticos y un formato económico que excluye a grandes segmentos de la población. El auge del nacionalismo, el populismo y, en general, el resentimiento, presentan grandes desafíos a muchas sociedades, tanto a las de muy alto desarrollo como a las menos aventajadas.

Para los panameños y otros pueblos, la más importante reflexión en torno a los sucesos de Berlín, tres décadas atrás, es que la opción democrática que abrazamos con aún más ahínco a partir de 1989 debe ser replanteada, reafirmada e impulsada hoy, con la mayor energía, para impedir el retorno a sistemas tiránicos, despóticos o totalitarios que tanto sufrimiento han causado a la humanidad.



LAS MÁS LEÍDAS

  • Ministerio Público investiga presunta corrupción en el otorgamiento de trabajo comunitario a La Parce. Leer más
  • Días feriados y fiestas nacionales en Panamá 2026: Calendario detallado. Leer más
  • Detienen a sujetos vinculados al Tren de Aragua y desactivan minas. Leer más
  • Grupo Cibest acuerda vender Banistmo en Panamá a Inversiones Cuscatlán. Leer más
  • Cuarto Puente sobre el Canal de Panamá: así será el Intercambiador del Este en Albrook. Leer más
  • Denuncia ante el Ministerio Público frena contrato millonario de piscinas que firmó la Alcaldía de Panamá. Leer más
  • Segunda quincena y bonos: jubilados y pensionados recibirán triple pago. Leer más