He vivido casi tres décadas en el corazón de la urbe citadina repartidos en los barrios de Perejil, Calidonia y El Marañon. Durante este periodo he visto desfilar a varios alcaldes con un lenguaje de campaña muy parecido y una tendencia hacia la decoración de la ciudad.
Tal parece que el concepto “embellecimiento urbano” y atraer el turismo como figura de inversión ha sido la piedra de toque que han usado todos los alcaldes capitalinos que he conocido pero sus supuestas obras embellecedores han pasado al olvido y menoscabo una vez abandonaron sus funciones.
Muy probable la ex alcaldesa Omaira Mayín Correa y actual gobernadora de la provincia de Panamá haya hecho un viaje a alguna ciudad italiana donde los transeúntes se chocaban con los millares de palomas que invadían los parques y espacios abiertos.
Este modelo de ciudad palomar alimentadas por personas nativas y turistas fue trasplantada a la ciudad de Panamá con el detalle que al pasar el tiempo las aves se multiplicaron meteóricamente y se convirtieron en un problema para varias estructuras públicas y privadas donde anidan y defecan constituyéndose en una bomba de tiempo para la salud pública.
Es probable que Mayín, en su afán de embellecer al estilo europeo, se olvidó de la letra menuda en el manejo de estos animales que han recibido el acertado epíteto de “ratas con plumas”, pues son portadores de pulgas y otros parásitos que pueden afectar a un ser humano que mantenga cercanía con estos seres plumíferos.
Es más, en las ciudades europeas donde estos animalitos crearon enormes colonias se tomaron medidas para reducir su población usando métodos para frenar su esterilidad por el riesgo de enfermedades que estas representaban
El ex alcalde José Isabel Blandón no se quedó atrás con su plan de “mejorar las aceras” dándole un toque de “belleza” con su plan de resanar las deterioradas usando ladrillos de colores adheridos como piezas de rompe cabezas sin cemento ni pegamento especial.
Solo basta realizar un pequeño “tour” en parte de Calidonia y Vía Argentina para que puedan percibir lo que pasó con los “famosos ladrillos”, muchos de los cuales ya hasta perdieron el color y otros desaparecieron de su sitio.
Con el actual alcalde Mayer Mizrachi el perfil de “atracción turística” no cambia mucho de su antecesor José Luis Fábrega, quien contra viento y marea trató de imponer otro mercado del marisco y un mega proyecto de “playa limpia” con un costo de decenas de millones que jamás se concretó.
El alcalde Mizrachi es el clásico “millennials. Nació con la era digital y la tecnología. La palabra sagrada de varios de esta generación es on y off (encender y apagar). Su idea de una vida nocturna parecida a muchas de Europa y Estados Unidos contrasta con muchas fechas consideradas como sagradas y de luto para la sociedad panameña, ya que la liberación del consumo de alcohol usando sus conocidos decretos nos dicen mucho de hacia dónde apunta el modelo de ciudad “happy hour” que quiere Mayer.
“Hago plata, luego existo” parece ser el actual enunciado junto a muchos de sus socios comerciales donde el consumo nocturno marca el nuevo rumbo para atraer el turismo que luego se traducirá en hordas de borrachos en parques y áreas públicas regurgitando de madrugada los sólidos y líquidos ingeridos en una noche loca.
El desalojo de buhoneros en el paso peatonal que “afean” la ciudad y perjudican el comercio de sus amistades parece ser el primer paso para dar la bienvenida a el nuevo ejército de zombies foráneos bajo el estandarte del dios Baco que da rienda suelta a cualquier desenfreno. Después de esto que pudiera seguir para imitar el “desarrollo turístico” de afuera: sexo al aire libre o vitrinas donde se alquilan prostitutas como en Holanda o Dinamarca. Bienvenidos sean, si pagan.
El autor es sociólogo.
