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El turismo arqueológico en Panamá

El turismo arqueológico en Panamá
Chorro El Macho en El Valle de Antón. Alexander Arosemena.

En Panamá, el turismo no es una actividad de reciente data, por lo que los avances se han enfocado y dirigido hacia el ecoturismo, el turismo de aventura, el turismo de compras y otras modalidades que han contribuido al auge de una gran cantidad de negocios directamente asociados a la actividad. Se han realizado diligentes esfuerzos por parte de la Autoridad de Turismo y del Ministerio de Cultura, a través de varias administraciones, para gestionar el turismo histórico-cultural, comenzando en el Casco Antiguo de la ciudad de Panamá, el sitio histórico de Panamá Viejo, Portobelo y San Lorenzo. Estos tres últimos son conocidos históricamente como el triángulo estratégico que, en la época colonial, desempeñó un papel comercial y logístico de importancia relevante para España.

La asociación entre el turismo y la arqueología se denomina turismo cultural o arqueoturismo, y tiene su origen en España en la década de 1990, seguido en América por Estados Unidos, Puerto Rico, México, Perú, Colombia y Costa Rica. El arqueoturismo “hace referencia a un nuevo producto de mercado o modalidad del turismo cultural, consistente en aquellos desplazamientos que vienen motivados por el interés de conocer el potencial arqueológico de un lugar por parte del turista” (Andreu Pintado, 2014: 62; Manzato y Rejowski, 2007: 73; Querol de Quadras, 2009: 11-12). Sus objetivos incluyen la divulgación de los yacimientos y la realización de rutas arqueológicas en las que se integra el patrimonio, con el fin de ponerlo en valor, difundir su existencia a la población y concienciar a la sociedad sobre su importancia (Hernández Ramírez, 2011: 225-236).

En nuestro país, Panamá, surge un interés por lo “exótico” a partir de las colecciones arqueológicas privadas y la recolección no sistemática de artefactos y ecofactos, incluso para regalarlos como souvenir o exhibirlos en vitrinas para “mostrar algo de interés” a los invitados. Con el advenimiento de los primeros trabajos arqueológicos realizados por Lothrop en la primera mitad del siglo XX, donde se dedicó a registrar una gran cantidad de sitios prehispánicos en todo Panamá, se inicia un proceso de “divulgación” que dio pie al conocimiento de localidades con recursos arqueológicos. Esto llevó al inicio de la huaquearía indiscriminada, que destruyó los contextos arqueológicos y parte de las evidencias que hoy nos hubiesen ayudado a interpretar nuestro pasado arqueológico.

Se han realizado esfuerzos que han contribuido a entender nuestro pasado prehispánico, a partir de la Dra. Reina Torres de Araúz, el Dr. Richard Cooke y otros antropólogos y arqueólogos que les hemos sucedido en la cientificidad a través de los años. En la mayoría de las ocasiones, las investigaciones arrojan como resultados más preguntas que respuestas, pero ahí radica la importancia de esta disciplina, ya que no existen formas de obtener verdades absolutas en lo que respecta a la interpretación cultural del pasado.

En cuanto al turismo arqueológico en Panamá, existe un alto desconocimiento entre los guías de turismo y el público en general sobre temas asociados como zonas arqueológicas, petrograbados, y estudios realizados en diversas localidades por arqueólogos como el Dr. Thomas Mendizabal, el equipo de los Doctores Carlos y Julia Mayo en relación a la simbología de la cerámica y otros estudios en El Caño, el estudio del Dr. Martin Küne sobre los petrograbados de la provincia de Chiriquí, el seminario “Visión Arqueológica del Turismo para Boquete” realizado por la candidata doctoral Karen Holberg en 2001, el estudio del arqueólogo Álvaro Brizuela financiado por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación en la provincia de Chiriquí, las ubicaciones de petrograbados relacionadas con la construcción de una línea de transmisión eléctrica en el área de La Pintada y los hallazgos recientes en Panamá Oeste que aún no se han publicado.

Existe una multiplicidad de sitios arqueológicos en todo el territorio nacional, pero en esta ocasión queremos destacar los conocidos como petroglifos (petro: piedra; glyphos: dibujos en piedra) o popularmente como petrograbados, que se ubican mayormente entre la provincia de Chiriquí y la provincia de Panamá Oeste. Estos son protegidos por la legislación nacional a partir de la Ley 14 de 1984 y la Ley 17 de 10 de abril de 2002, que modifica el artículo 2 de la Ley 19 de 1984 sobre monumentos históricos. Señala que “son monumentos históricos nacionales, los grabados en piedra realizados por nuestros aborígenes en la época precolombina que se encuentren en cualquier parte del territorio nacional”.

Dicho recurso patrimonial ha sido interpretado de forma empírica y abierta a la imaginación del relatante, haciendo mención de mapas, equinoccios, ubicaciones geográficas o historias que han sido transmitidas por generaciones, como es el caso de los niños que atienden a los turistas en la piedra pintada de El Valle de Antón. Ellos cuentan la historia enseñada por el difunto sacerdote católico José Noto a una gran cantidad de turistas visitantes del lugar.

Más allá de ejercer una simple crítica, considero más relevante la capacitación de estos jóvenes y niños. Muy probablemente, desde una perspectiva etnohistórica, la Dra. Luz Graciela Joly Adames, en su obra Conoce el Arte Rupestre de Panamá, documentó un relato ngäbere denominado Ñäglom Bätä sö: El Sol y la Luna, que revela a la artista del arte rupestre en toda la tierra. Este cuenta la historia de una madre con sus hijos y cómo resulta la elaboración de un petrograbado a partir de un momento en que se sentó a pensar y posteriormente marcó el suelo con los dedos de las manos y los pies, de diversas formas que le venían a su mente, dando origen a todos los petrograbados de diversos lugares de la tierra.

Los petrograbados están ubicados en diferentes localidades de varias provincias del país, desde Panamá Oeste hasta Chiriquí. Se desconoce el significado de los petrograbados que contienen figuras geométricas, entendiendo que muy pocos contienen representaciones zoomorfas como los petroglifos de serpiente de La Pintada y de Veraguas.

Por lo tanto, cualquier interpretación que se pueda escuchar del resto corresponde a un imaginario comprendido a partir de nuestra realidad y no desde la perspectiva y las probables intenciones con las que fueron confeccionados. Nuestra mirada actual corresponde a un momento histórico que muy probablemente difiere sustancialmente de la perspectiva original de sus creadores, por lo cual su interpretación resulta difícil y, por el momento, ambigua, ya que no se conoce de transmisión oral alguna de sus significados.

La visita turística a localidades que contienen petrograbados puede incentivar la puesta en valor de este recurso patrimonial y ofrecer un producto turístico cultural diferente a nacionales y extranjeros. Sin embargo, también puede causar mucho daño si las autoridades locales y los Ministerios de Turismo y Cultura no gestionan proyectos que beneficien directamente a las localidades donde se ubican estos bienes culturales, para no caer en un descontrol de la actividad sin requerimientos mínimos.

Actualmente, consideramos que existen pocas condiciones físicas estructurales para el desarrollo del arqueoturismo en la mayoría de las comunidades donde se ubican los petrograbados o sitios de interés arqueológico. Es imperante una propuesta para la puesta en valor que contemple una evaluación de las capacidades de carga de estos lugares, para no someterlos a impactos negativos directos que afecten estos sitios. En este caso, se puede exceptuar apenas a dos lugares con petroglifos conocidos: la Piedra Pintada de El Valle de Antón en la provincia de Coclé y el Sitio El Nancito en la provincia de Chiriquí, que cuentan con infraestructuras mínimas para recibir a los visitantes.

Por el momento, organizaciones de guías de turismo están interesadas en el arqueoturismo y han iniciado procesos de capacitación y de conocimiento de conceptos básicos arqueológicos. Esto les ha permitido obtener información sobre estos bienes culturales y posiblemente organizar tours enfocados en la participación del público en general en estos sitios arqueológicos.

En las provincias de Panamá Oeste, Coclé y Chiriquí, se están organizando rutas arqueológicas que permitan la difusión de sitios arqueológicos y localidades con potencial arqueológico. Sin embargo, todo se encuentra en una fase incipiente desde la perspectiva del arqueoturismo. Una propuesta en torno a esta “nueva modalidad turística” involucra no solo la capacitación de los guías de turismo, sino también un proceso de divulgación de información arqueológica en los centros escolares, universidades y al público en general, ya que el sentido de identidad nace a partir del conocimiento y la autoidentificación con el bien cultural de los pueblos. No se puede amar y valorar lo que no se conoce.

El autor es antropólogo


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