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En tiempos de posverdad, periodismo

A través de su cuenta en X, el pasado 7 de agosto la fiscal general de Estados Unidos anunció que Washington había aumentado a US$ 50 millones la recompensa por información que condujera al arresto de Nicolás Maduro. Una semana después, la Marina estadounidense confirmó el despliegue de una flota de guerra en aguas del Caribe con el objetivo de combatir el tráfico de drogas en la región.

Como toda noticia, esta corrió como la pólvora. En tiempos digitales, sin embargo, la velocidad resulta extrema. Tanto que ni bien ponemos atención a una ya hemos saltado a la próxima sin detenernos a pensar si se corresponden con la verdad de los hechos, o si pudieran servir a intereses creados.

A pesar del reciente auge de la verificación, desde siempre la tarea del periodismo ha sido esa: verificar los hechos para poder informar. Hace algunos días el CIEPS, junto a la Ciudad del Saber, realizó un coloquio sobre posverdad y posdemocracia.

Allí nos referimos a la transformación del ecosistema informativo y al debilitamiento del periodismo, hoy más necesario que nunca.

Veamos como ejemplo la noticia que, vinculada con las mencionadas, circuló el 2 de septiembre: la destrucción, en aguas internacionales, de una embarcación por parte del ejército de los Estados Unidos.

Provino del presidente Donald Trump a través de Truth Social: “Esta mañana, siguiendo mis órdenes, las Fuerzas Militares de EE. UU. llevaron a cabo un ataque cinético contra narcoterroristas del Tren de Aragua, identificados positivamente, en el área de responsabilidad del Comando Sur (…). El ataque ocurrió mientras los terroristas se encontraban en aguas internacionales transportando narcóticos ilegales con destino a Estados Unidos. El ataque resultó en la muerte de 11 terroristas en combate…”

Como evidencia, Trump aportó un video de 29 segundos rotulado como “unclassified” (desclasificado) en el que se observa la destrucción de una lancha.

El ministro de comunicación e información venezolano reaccionó inmediatamente a través de su canal en Telegram. Afirmó que se trataba de una noticia falsa y que el video había sido hecho con inteligencia artificial, según le había respondido el chatbot de Google. Expertos de agencias especializadas en desinformación no encontraron evidencia de que el material hubiese sido fabricado, pero tampoco pudieron determinar su origen.

Periodistas venezolanos se abocaron a los hechos. ¿Qué tipo de embarcación era? ¿Cuántas personas transportaba? ¿Movilizaba drogas? ¿Pertenecía al Tren de Aragua (TDA)? ¿De dónde salió? ¿Hacia dónde iba? Con base en fuentes testimoniales, los periodistas Ronna Rísquez, autora del libro El Tren de Aragua: La banda que revolucionó el crimen organizado en América Latina (Editorial Dahbar, 2023) y César Batiz, director del medio digital El Pitazo, informaron que la lancha había partido de San Juan de Unare, un pueblo del estado Sucre, con destino a Trinidad y Tobago, a través de una ruta común al contrabando, al tráfico de drogas, migrantes y armas.

“A bordo iban 11 hombres: 8 de Unare y 3 de pueblos vecinos. Se trataba de un flipper, una lancha rápida de unos 12 metros de largo por 2,5 de ancho, con 4 motores de 200 caballos de fuerza cada uno…”, informaron los reporteros. En la pequeña población desde donde partió la embarcación, “el ambiente es de luto”, afirmó Batiz. De acuerdo con los testimonios recabados en el lugar, el hecho sí ocurrió. Posteriormente, el ministro de interior venezolano dijo que el hecho sí había sucedido, pero calificó como mentira que la embarcación transportara drogas o perteneciera al TDA.

Como ha dicho Patricia Pardo en un trabajo sobre periodismo y fuentes testimoniales, los testigos siempre van a ser las fuentes más fiables, son los que van a dar como resultado una noticia o reportaje mucho más coherente con la labor de una disciplina, como el periodismo, que busca contar la verdad. Ese, al menos, es el primer paso: Determinar los hechos y luego sí, como ha dicho el afamado editor Martin Baron, “mirar detrás de la cortina y debajo de la alfombra”.

Las autoridades militares estadounidenses no han divulgado los detalles de esa operación, pero los secretarios de Estado y de Defensa (recientemente renombrado de Guerra) afirmaron que esta había sido solo la primera y que cabría esperar más. Y las ha habido.

¿De qué se trata realmente todo esto? En medio de las especulaciones sobre la supuesta vinculación de Maduro con grupos criminales, de la discusión sobre la legalidad del uso de fuerza letal contra civiles en aguas internacionales, y de los objetivos que perseguiría la Casa Blanca con la movilización de tropas en aguas caribeñas, legisladores estadounidenses buscan explicaciones. También los venezolanos y la comunidad internacional.

A la ciudadanía le asiste el derecho a saber. Sin duda, el periodismo es hoy más importante que nunca. Se necesita nada más ni nada menos que para disipar la incertidumbre, fuente nutricia de la posverdad.

La autora es periodista, investigadora del CIEPS y miembro del SNI.


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