El cáncer es la segunda causa de muerte en Panamá, solo superada por las enfermedades cardiovasculares. Cada año se registran cerca de 5,000 nuevos casos, lo que representa un incremento del 56% respecto a 2013. Las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud son aún más preocupantes: en los próximos años, el número de pacientes podría duplicarse. ¿Estamos preparados para enfrentar este desafío?
Panamá no solo enfrenta un aumento sostenido de casos, sino también una alarmante escasez de oncólogos. Con 4.5 millones de habitantes, se necesitarían al menos 54 oncólogos médicos para cumplir con los estándares internacionales. Hoy solo ejercemos 20, de los cuales cuatro están jubilados —aunque continúan trabajando— y otros cuatro atienden exclusivamente en el sector privado. La carga asistencial que enfrentamos es desmedida.
Conscientes de esta brecha, en 2007 se creó el programa de residencias en oncología médica del Instituto Oncológico Nacional, que he tenido el honor de dirigir desde su fundación. Este programa se consolidó como un referente regional, formando especialistas panameños y de países como Colombia, El Salvador, Perú y República Dominicana. En 2016, su éxito fue presentado en la reunión anual de la Asociación Americana de Oncología Clínica en Chicago.
Sin embargo, los logros alcanzados están en peligro. En los últimos años, decisiones institucionales equivocadas han desincentivado a los médicos residentes de escoger oncología como subespecialidad. Tanto la Caja de Seguro Social como el Ministerio de Salud han interpuesto demandas contra residentes que eligieron esta especialidad, alegando que no era la prevista al momento de su contratación. Esto ha derivado en multas elevadas, embargos de bienes y secuestro de cuentas bancarias. Es inverosímil que, en pleno siglo XXI, se penalice a un médico por querer especializarse en el tratamiento del cáncer. Las consecuencias ya son visibles: la última promoción del Instituto Oncológico Nacional está integrada exclusivamente por médicos extranjeros. Las plazas destinadas a profesionales panameños quedaron vacías.
En 2024, el Servicio de Oncología Médica del Instituto atendió más de 64,000 consultas con apenas 13 especialistas. Esta desproporcionada carga ha generado un profundo desgaste físico y emocional. La calidad de la atención se ve afectada y la presión empuja a colegas a migrar al sector privado, más rentable y menos extenuante.
Esta situación ha sido expuesta ante las autoridades de salud y la Facultad de Medicina de la Universidad de Panamá. Sin embargo, las respuestas han sido limitadas y poco alineadas con la magnitud del problema. La construcción de nuevas infraestructuras, si bien necesaria, no resolverá el desafío si no se acompaña de una estrategia integral que priorice la formación y protección del recurso humano.
Entre las decisiones más preocupantes está el traslado de parte de la atención oncológica a Ciudad de la Salud. Esta medida representa un error estratégico. El éxito del Instituto radica en su modelo integrado, donde todos los profesionales involucrados en el manejo del cáncer trabajan bajo un mismo techo. Separarnos fragmentaría la atención, generaría demoras y complicaría aún más la experiencia tanto para los pacientes como para el personal médico. No podemos clonarnos.
Panamá no necesita improvisaciones, sino decisiones firmes y coherentes. Necesita un nuevo Instituto Oncológico Nacional, como fue prometido en el discurso inaugural del actual presidente. Un centro moderno, accesible, que combine atención, docencia e investigación. Un verdadero semillero de especialistas que puedan formarse sin temor a represalias legales. Un lugar digno, eficiente y humano.
Ese no es solo mi sueño personal, sino el de muchos profesionales que seguimos luchando, día a día, en una de las instituciones más nobles del país, por los miles de panameños que hoy y mañana necesitarán esperanza, atención digna y una oportunidad real de vida.
El autor es jefe del Servicio de Oncología Médica del Instituto Oncológico Nacional y profesor de Medicina, Universidad de Panamá.

