Desde que tengo memoria, anhelé ser maestra. No docente, no profesora, ni magíster… Maestra: el título más honroso que podían escuchar mis oídos.
En mis artículos he explorado realidades que, aunque espinosas, debemos enfrentar. Vivimos en una sociedad que ha perdido la koinonía. Y esa palabra tan repetida —empatía— suena en todos lados, pero se practica mucho menos de lo que significa.
Nuestros centros educativos no escapan de esta escasez afectiva. El tema se comenta en pasillos, buses y esquinas de las escuelas… pero pocas veces se aborda con la seriedad que requiere.
Sé que lo que escribo puede incomodar, pero no escribo para agradar: escribo para mostrar realidades, por crudas que parezcan.
El fin del ciclo escolar 2025 está cerca, y los fracasos ya celebran en las libretas de muchos profesores. ¿Cuántos hemos oído frases como: “Ese profesor es teso, si pasan 10 de 30 estudiantes es mucho”, o “Aquí se hace lo que yo digo y punto”, o “Ese no es mi problema”, o incluso “Aquí nadie pasa”? Expresiones que convierten la escuela en una cárcel de barrotes invisibles más que en un espacio para aprender.
Muchos colegas insisten en que los estudiantes son “flojos” o “no quieren estudiar”. Yo misma lo he dicho en ocasiones. Pero, ¿y si en vez de repetir ese juicio nos preguntáramos si el estudiante realmente no quiere aprender, o si hay barreras que se lo impiden? Allí aparece el docente que disfruta ver las notas teñidas de rojo, como si fuera una escena de terror, y que confunde la burla con autoridad: “conmigo nadie pasa”.
Me pregunto: ¿es esta nuestra misión? ¿Estamos preparados de verdad para atender a esta generación? ¿Estamos siendo formados no solo para enseñar contenidos, sino para aprender con ellos en el aula? ¿Hay vocación auténtica?
Lanzo estas preguntas al aire, buscando respuestas. Porque al comprometernos a educar, en nuestro corazón debería latir un mantra que adopté hace años: “Tratar a mis alumnos como me gustaría que trataran a mis hijos y enseñarles como me gustaría que mis hijos aprendan”.
La autora es educadora y escritora.
