Dulce al alma es el saber y deleitoso el conocimiento. Solo quien reconoce su valor puede llamarse estudiante. ¿Y qué significa serlo? Significa una entrega total a salir de la zona de confort y enfrentarse al desafío de aprender. El estudiante es quien acepta esa responsabilidad, pese a los obstáculos, y persevera en ella. Quien posee la oportunidad de instruirse con todo lo que el mundo tiene para enseñar, tiene un privilegio inmenso.
Por ello, cada día el estudiante debe ceñirse de disciplina, amor y constancia, aun cuando dude de sus capacidades. Mirando a quien le otorga las fuerzas necesarias, debe emprender la búsqueda del conocimiento y desechar la mediocridad.
Ahora bien, en este país, los estudiantes enfrentan realidades que hacen del camino educativo una ruta cuesta arriba: escuelas rancho que los exponen al sol y la lluvia, largos trayectos rurales entre lodo y puentes colgantes, recursos educativos limitados por bajos ingresos familiares, y ofertas universitarias reducidas, especialmente fuera de la capital. Ni hablar del costo de las universidades privadas. Todo esto conmueve el corazón de quienes valoran el estudio.
No obstante, el verdadero estudiante se esmera en aprovechar lo que tiene a su alcance. Comprende que la educación no es una carga que restringe su libertad, sino el camino que la hace posible. Se distingue por su amor al aprendizaje, por su empeño y por su deseo de compartir lo aprendido.
¿Qué puede poseer el ser humano que trascienda el tiempo? El conocimiento. Sí, hay noches extensas y momentos de frustración, pero cuán satisfactorio resulta alcanzar las metas trazadas. Ver a quienes te acompañan orgullosos de tus logros es una alegría compartida. Recuerda, estudiante: el conocimiento no discrimina; si lo buscas, lo hallarás, y será tuyo.
A ti, estudiante de cualquier edad y nivel académico, contempla la educación no por sus carencias, sino por sus beneficios. Sumérgete en ella. Verás el mundo más brillante y te descubrirás más libre.
“Bienaventurado el hombre que encuentra sabiduría y el que adquiere entendimiento, porque su ganancia es mejor que la ganancia de la plata, y sus utilidades mejor que el oro fino”. (Proverbios 3:13-14).
La autora es estudiante de de periodismo.

