Los que tenemos el vicio de leer, normalmente estamos haciéndolo con múltiples libros a la mano. En estas últimas semanas he estado saltando entre cuatro libros interesantísimos: estos son Por qué fracasó el liberalismo, por Patrick J. Dean, profesor de Notre Dame; Fascismo, por Madeleine Albraight, ex secretaria de Estado de Estados Unidos y hoy profesora en Georgetown University; Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Zirlatt, ambos profesores de Harvard, y Fear (Temor) Trump en la Casa Blanca, del periodista Bob Woodward, quien participó en la investigación que develó el Watergate.
Es bastante obvio el hilo conductor de los variados temas de estos libros. El liberalismo y la democracia están en peligro en estos tiempos, amenazados por el fascismo (de derechas e izquierdas), y no solo en las democracias de tercer mundo, sino también en las del primer mundo (incluso la de Estados Unidos, que lidera el sistema democrático mundial). Hoy, brexit en Inglaterra, la amenaza real en Francia con la señora Marine Le Pen y -por supuesto - la situación que parece increíble e inimaginable de Donald Trump en la Casa Blanca. Lo que ocurre en Venezuela y Nicaragua (¿qué diferencia hay entre Anastacio Somoza y Daniel Ortega?) con sus fascismos de supuesta izquierda y la actual amenaza electora de fascismo de derecha en Brasil (luego de un gobierno de Inácio Lula da Silva, de la izquierda con resultados sociales y económicos exitosos –hasta que se conoció su conexión con la organización criminal Odebrecht–.
Todo esto nos indica a los ciudadanos que creemos profundamente en la democracia y la libertad, que tenemos la obligación de abandonar la pasividad y convertirnos en guardianes y militantes defensores de nuestro sistema de libertades. El sistema está amenazado por razones reales. Tenemos problemas serios que hay que resolver. Somos los ciudadanos panameños los dueños del poder en un país privilegiado, globalizado desde su nacimiento, pequeño y con problemas igualmente pequeños.
Si valoramos nuestra libertad, tenemos que activarnos como ciudadanos a tiempo completo y exigir a los que pretenden administrar la cosa pública que tienen que adquirir el profundo compromiso de cumplir nuestro plan, consensuado de hecho y formalmente, para resolver los cinco problemas básicos que nos aquejan y salvar la democracia que tanto nos costó lograr:
Gobernar en el próximo quinquenio es cosa sencilla. Ya la ciudadanía ha consensuado lo que quiere. No hay que inventar nada, solo tener el compromiso y la valentía para cumplir y en el proceso salvar nuestra democracia.
Ya las candidaturas presidenciales están bastante claras: Laurentino Nito Cortizo por el Partido Revolucionario Democrático, José Isabel Blandón por el panameñismo, Rómulo Roux por Cambio Democrático y por la libre postulación legítima Ricardo Lombana y Ana Matilde Gómez (si los políticos no llegan a matar la opción independiente). Existen otros partidos en la periferia que o harán alianza, o tienen pocas probabilidades en esta vuelta. Ninguno de los candidatos mencionados representa una amenaza para la democracia, pero si el ganador –sea quien sea– no resuelve los cinco problemas planteados, darán pie a amenazas reales en la vuelta que sigue.
¡Hay que resolver ya, ahora en 2019!
El autor es fundador del diario ‘La Prensa’
