La Organización de Estados Americanos (OEA), que reúne a 34 de los 35 países Estados del continente, sometió a votación un proyecto de resolución para solicitar las actas electorales que acreditarían un ganador en Venezuela. Se partió en 2 la organización: 17 votaron en favor y 17 se abstuvieron o se pavearon.
El motivo de la discordia es el reclamo porque el Consejo Nacional Electoral de Venezuela no mostró las actas de la votación de unos 15 millones de personas y declaró como vencedor al candidato presidente, Nicolás Maduro, lo cual es considerado un fraude. La diáspora venezolana, que debería haber incluido a 5 millones de votantes, no pudo participar. Solo 100,000 aparecieron en el padrón electoral, que sumaría 20 millones, de los 28 millones de habitantes.
Entre los 17 países que se abstuvieron o se ausentaron, figuran Colombia, Brasil y México. En el caso de México, es una ausencia vergonzosa, dado que es el país más poblado de Latinoamérica y uno de los de mayor fuerza cultural y tradición de pulseo diplomático. Fracaso total de la diplomacia mexicana. El grandote se escondió. No dio batalla. Si lo ven, no me lo saluden.
Imagínate que la decisión del presidente AMLO se extendiera al fútbol. Cada vez que México tuviera un partido contra Panamá, país que ya no le teme, y cree que saldría derrotado, no se presentaría. Pierde.
El proyecto original de resolución incluía un párrafo que no gustó a los líderes de estos tres países. En este párrafo se aludía, de lejos, a los opositores a Maduro como “actores venezolanos relevantes” y se pedía que las actas se mostraran ante organismos independientes para garantizar la legitimidad, veracidad y transparencia de los documentos y del proceso de recuento. Este fue el punto de mayor discordia, lo que llevó a la división.
Representantes de seis países brillaron por su ausencia y 11 se abstuvieron, la mayoría de ellos del Caribe anglófono, como Barbados, Santa Lucía, Granada y San Cristóbal. Estos países tienen una relación cercana con Venezuela no solo por proximidad geográfica e histórica, sino también porque Venezuela les ha ayudado a financiar sus economías y proyectos de infraestructura a través del programa Petrocaribe, suspendido en 2019, que les suministraba petróleo en condiciones beneficiosas para esas islas Estados.
La abstención de Brasil, el gigante latinoamericano y próxima quinta economía mundial, llamó mucho la atención. El gobierno de izquierda, presidido por Lula da Silva, se abstuvo. El Partido de los Trabajadores, que sustenta a Lula, ya había expresado su apoyo a Maduro. En el caso de Colombia, ocurre algo similar. El gobierno de Petro cuenta con el respaldo de sectores de izquierda que apoyan a Maduro. No importa si se trata de izquierda autoritaria o no autoritaria; ambos tipos están presentes en ese conglomerado que respalda a Petro.
México, por su parte, además de no querer alinearse con Estados Unidos, portaestandarte del otro bando, su vecino del norte, prefirió mantenerse distante del grupo que apoyó la resolución. Estados Unidos y Canadá, los dos países desarrollados del continente, respaldaron la resolución, mientras que AMLO acusaba a la OEA de servir a intereses imperiales y de ser injerencista.
Petro, Lula y AMLO, a posteriori, solicitaron las actas, en su propio comunicado, escrito en tono sutil, para no embravar al régimen y dejar la ventana abierta ante una imaginada negociación entre los bandos venecos. Chile se sumó.
El autor es periodista y docente universitario.
