El presidente y mandamás en Panamá de Hutchinson Ports Holdings (Panama Ports Co.) se las trae. Y con nada grato para la que él considera una provincia de la Roma imperial. Veamos los elementos de la versión local de los magistrados romanos que gobernaban a su antojo en provincias de la antigua Roma, a quienes se dio en llamar procónsules.
En el aparente lanzamiento de una nueva y millonaria andanada publicitaria contra los intereses del país, el presidente de PPC sale a aconsejarnos en tono de regaño acerca de lo que más nos conviene con relación al puerto de Corozal, proyecto que su empresa se ha propuesto descarrillar mediante una truculenta campaña de desinformación y mentiras, alimentada con ingentes recursos repartidos a manos llenas entre aliados locales.
Dice el ejecutivo inglés que los panameños debemos decidir si invertimos recursos en el proyecto mencionado o los destinamos a obras de interés social, como si tal hubiera sido la preocupación de una compañía que solo ha pelechado del país, explotado las concesiones que le favorecen y beneficiándose de que el Estado le haya perdonado cientos de millones a su concesión y que los panameños subsidiemos su incompetencia e ineficiencia. ¿Puede acaso desmentir esto el improvisado estratega de nuestra política logística?
El procónsul omite convenientemente que en 20 años su empresa a duras penas ha pagado un millón de dólares a Panamá en dividendos. En ese mismo periodo, Cable & Wireless, que también es una empresa mixta, sin haber dejado de invertir en ampliación y mejoras para garantizar su competitividad y mantenerse vigente en el negocio, ha reportado más de $800 millones de dividendos y más de $700 millones en impuestos al Estado.
De acuerdo con sus criterios de procónsul, los panameños debemos estar agradecidos de la empresa que él dirige. Bajo esa escala distorsionada de valores, bien pudiera haber dicho que los panameños le debemos dinero a HPH por “las mejoras” que han hecho en el puerto que explotan en su exclusivo beneficio.
En la infortunada cuña, y en su ocasional paso por algunos medios a los que PPC satura con cuñas, no explica Wallace por qué las abultadas sumas que su empresa dedica a perjudicar nuestros intereses nacionales no se destinan a aumentar los dividendos al país.
Más que aportarnos consejos sobre hacia dónde debemos dirigir nuestras inversiones, ¿por qué mejor no nos consultamos entre los panameños para decidir si permitimos que una empresa con semejante conducta continúe haciendo lo que le parece, en vez de, al menos, acatar las reglas de juego y competir abierta y lealmente por las muchas oportunidades de desarrollo que ofrece nuestro país? En todo caso, que abandone sus esfuerzos de torpedear lo que soberanamente nos proponemos hacer para explotar nuestro principal recurso.
Porque mientras para el procónsul la aspiración de explotar Corozal es en el exclusivo interés de su empresa, para Panamá significa el reto de aprovechar al máximo posible su único y a la vez más estratégico recurso natural, su ubicación privilegiada. Porque también podemos preguntarnos si no ha llegado la hora de revisar una concesión a todas luces desventajosa, sin dejarnos amedrentar por las advertencias del procónsul con demandas por un contrato tan leonino como el que en la práctica diera origen a nuestro hoy recuperado Canal de Panamá. De aquel ya enterramos la perpetuidad. Si pudimos recuperar nuestro Canal, muy bien podemos recuperar nuestro puerto.
Desde hace varios días circula en las redes sociales un video que anuncia un proyecto de canal seco que están pensando desarrollar en Costa Rica. La realidad es que ya ese proyecto lo tenemos en Panamá; pero nuestro canal seco no puede crecer porque está secuestrado por una empresa y por los políticos corruptos que la apoyan.