El asilo, en sus distintas manifestaciones, ha sido históricamente una institución humanitaria destinada a proteger a quienes huyen de la persecución política, religiosa o ideológica. No obstante, su aplicación actual presenta profundas inconsistencias, una desmedida politización de la figura y un uso indebido, desde el punto de vista del derecho internacional vigente, por parte de los Estados. Frente a esta realidad, se impone la reflexión sobre la conveniencia de establecer un tribunal internacional de asilo que garantice decisiones imparciales, uniformes y conformes al derecho internacional, integrado por personas independientes que no pertenezcan a ninguno de los Estados involucrados en el caso.
Tipos de asilo y sus problemas
El derecho internacional reconoce diversas formas de asilo:
Asilo territorial, concedido por un Estado a una persona que se encuentra en su territorio.
Asilo diplomático, típico de América Latina, otorgado en embajadas o misiones diplomáticas.
Asilo consular o en tránsito, menos regulado, común en aeropuertos o consulados.
Cada modalidad presenta vulnerabilidades. La discrecionalidad estatal, amparada en el principio de soberanía del Estado asilante, ha permitido que el asilo se utilice con frecuencia con fines políticos: proteger aliados ideológicos o conveniencias económicas, encubrir actos de corrupción o evitar la extradición por delitos comunes, bajo el lema “hoy por ti, mañana por mí”. Estas prácticas socavan la legitimidad del asilo como instrumento de protección de los derechos humanos.
Un tribunal internacional: garantía de justicia y uniformidad
Un tribunal internacional de asilo permitiría:
Evaluar objetivamente las solicitudes de asilo, evitando decisiones motivadas por afinidades o conveniencias políticas.
Unificar criterios internacionales sobre la persecución y el temor fundado, asegurando una interpretación coherente del derecho de asilo.
Proteger tanto al solicitante como al Estado requerido, al ofrecer una instancia de revisión independiente.
Reducir tensiones diplomáticas, al trasladar la decisión a un órgano imparcial y especializado.
Desafíos y posibilidades
La creación de un tribunal internacional de asilo enfrenta obstáculos significativos:
La soberanía nacional sigue siendo una barrera legal y política para la delegación de competencias. Sin embargo, la existencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, que coexiste con la soberanía de los Estados miembros, demuestra que es posible crear órganos internacionales con competencias jurisdiccionales limitadas o condicionadas. Un tribunal internacional de asilo podría constituirse inicialmente como un mecanismo temporal para resolver casos concretos, con base en tratados multilaterales.
La unilateralidad de la medida por parte de los Estados receptores de asilados también representa una dificultad. No obstante, dicha voluntad debería estar sujeta a motivación y control, especialmente cuando se desafían las decisiones judiciales del Estado requirente, lo que implica una clara injerencia en los asuntos internos de otra nación soberana. Un tribunal pondría fin a estas prácticas abusivas contra una noble institución, desfigurada por su mal uso. Indudablemente, todo esto requiere una nueva legislación internacional que corrija las malas prácticas que se han perpetuado mediante la aplicación interesada de una buena norma internacional, manipulada por políticos que buscan protegerse entre ellos, sin importar el país al que pertenezcan.
Estos desafíos, aunque importantes, no son insalvables. El modelo podría comenzar como un órgano consultivo dentro de las Naciones Unidas o del sistema interamericano, con la posibilidad de evolucionar hacia una función jurisdiccional. Su establecimiento podría acordarse mediante tratados internacionales que reconozcan su autoridad para emitir decisiones vinculantes.
Conclusión
El asilo debe seguir siendo una garantía para la libertad y la dignidad humanas, no una herramienta de protección política entre élites de poder. La creación de un tribunal internacional de asilo representa un paso necesario hacia la despolitización del derecho de asilo y la afirmación de los principios de justicia y legalidad en el ámbito internacional.
Un caso reciente que ilustra esta necesidad es el del expresidente panameño Ricardo Martinelli, quien obtuvo asilo por parte de Colombia mientras se encontraba en la embajada de Nicaragua en Panamá, sin hallarse en territorio colombiano. Esta situación plantea serias interrogantes sobre la validez y los límites del asilo territorial, y refuerza la urgencia de contar con una instancia internacional que defina con claridad y autoridad la legalidad de tales actos.
El autor es abogado y exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia.
